Separada y con 4 hijos, Judith Merlo es una joven nicaragüense cuya vida cambió a mejor gracias a los cursos de formación apoyados por Manos Unidas en la región de Las Sabanas, en Nicaragua. Dejó atrás su timidez y empezó a tener una comunicación más fluida con su entorno y sus hijos.
Judith se casó a los 16 años, en una zona rural de Nicaragua. En la actualidad se encuentra separada, después de sufrir maltrato y con 4 hijos a su cargo. Lucha por tener una casa propia y un negocio en el que sus hijos puedan trabajar cuando vayan creciendo.
Da las gracias por haber podido participar en el proyecto de intervenciones para el desarrollo de Manos Unidas, que ayuda a mujeres jóvenes del entorno rural en situación de exclusión.
En su caso concreto el curso, de 24 meses, le sirvió para conseguir mejores oportunidades técnicas y así poder acceder a un empleo o la capacitación para desarrollar su propio negocio.
Estuve años con mi marido, Roger Escalante. Convivimos días felices, pero luego empecé a sufrir maltrato y a los años vino el fallecimiento de mi madre y siempre a ella le contaba mis días de tristeza. Al morir ella, empecé a sufrir más porque ella era la única persona en la que me apoyaba. Teníamos un negocio, hacíamos lo que eran las cajetas, pan, rosquillas. Fue cuando decidí, a los 13 años de estar casada, separarme de él.
Me metí en un curso con Manos Unidas, que me ha servido de mucho porque he aprendido técnicas de economía que yo no sabía y he tenido muchas opciones. Quise entrar a estudiar porque me animaron muchas personas. Yo no pude estudiar o sacar una carrera. Aquí hay pobreza y violencia. Con Manos Unidas, vi que formarse era una buena opción, porque todo lo que fui aprendiendo no solo me sirve mucho para mí sino también para mi familia, para mejorar en todos los sentidos.
Con la ayuda y formación de Manos Unidas, ahora puedo generar ahora más ingresos para vivir. Hago dulces, tortas, encurtidos y salimos a vender aquí a la comunidad y realizamos diferentes actividades. Nos sirve de mucho lo que nos enseñaron los voluntarios porque nosotros tenemos muchas ganas y habilidad para la vida. Me ha servido mucho porque yo he sido una persona tímida, retraída y me han animado a estar con la gente.
Siento pues que voy a empezar a cambiar. Quiero hacerlo por mí y por mis hijos. Yo era de no hablar mucho, no tenía mucha comunicación con mis niños ni con otras personas que me rodean.
Me han enseñado a comunicarme mejor, a perdonar y a pedir perdón, que me está sirviendo de mucho. Mi sueño es tener mi propia casa, mi negocio, ver a mis hijos preparados. Estoy dispuesta a elaborar mi propio plan de negocio para ver qué me resulta cuando vayamos a instalarnos, quiero proponer yo qué puedo hacer en la vida.