Los recolectores de basuras son los más pobres entre los pobres. Manos Unidas apoya diversos proyectos orientados a mejorar las condiciones de vida de este colectivo, en lugares tan dispares como Guatemala, Camboya y Costa de Marfil.
En el mes de marzo, y dentro de nuestra campaña “Un mundo nuevo proyecto común”, hemos puesto el foco en tres lugares diferentes de ese mundo que tratamos de cambiar: Guatemala, Camboya y Costa de Marfil. Nuestro objetivo es acercarnos a las miles de personas que viven de lo que los demás han desechado: los recicladores yrecolectores de basuras de Cobán, Phnom Penh y Akouedo.
Los recolectores y recicladores de basuras son, normalmente, los más pobres entre los pobres; un colectivo víctima de los prejuicios sociales, que ha de soportar el menosprecio, la marginación y los abusos. Migrantes que se han trasladado a las ciudades en busca de una vida mejor y terminan hacinados en barrios marginales carentes de los servicios más básicos. Viudas y ancianos sin recursos, discapacitados y niños. Familias enteras que, durante generaciones, no han conocido otro mundo que el de los desperdicios que les rodean. Además, por sus condiciones laborales, estos trabajadores son más vulnerables a las enfermedades infecciosas derivadas de su exposición constante a materiales y productos peligrosos, y a lesiones en las manos, piernas y espalda.
Pero los recicladores y recolectores empiezan a ser también reconocidos por sus aportaciones a las comunidades en las que llevan a cabo sus trabajos: ahorran gastos a las municipalidades y contribuyen a la limpieza en ciudades donde el presupuesto para esta partida es casi inexistente. Recolectan la basura, la separan y la reciclan. Además, como veremos en nuestro ¡Así Actuamos!, han comenzado a organizarse y a convencer de que su trabajo entre las basuras es una ocupación tan digna como cualquier otra, que les permite ganarse el sustento.
Akouedo es un barrio de las afueras de Abidjan, capital de Costa de Marfil, donde se encuentra el mayor centro de recogida de basuras del oeste de África. En este inhóspito lugar, donde el ambiente se hace irrespirable, trabajan multitud de niños de entre 5 y 15 años, abocados a una vida miserable sin ningún futuro y expuestos al sida, a los abusos y a la prostitución. El trabajo de estos niños consiste en escalar las montañas de inmundicias en búsqueda de materiales reciclables. La escuela no es, para la mayoría de ellos, más que ese lugar al que no pueden asistir, pues sus largas jornadas de trabajo se lo impiden…
Fueron los propios miembros de la comunidad de la zona quienes, incapaces de dar la espalda a tamaña injusticia, se asociaron para trabajar en favor de estos pequeños. Tras conseguir un terreno, construyeron un centro al que asisten 89 niños que, además de educación reciben alimentos y atención médica. Una vez formados, se pretende su integración en el mundo del trabajo bien por medio de una colocación como aprendices en algún taller, bien dotándoles de un fondo con el que montar una pequeña empresa. Actualmente hay 10 chicos que están colocados en talleres (entre ellos, una chica que es mecánica). También realizan sesiones de animación y sensibilización para adultos y labores de presión al Gobierno e instituciones internacionales, para poner fin a este tipo de situaciones. Manos Unidas ha colaborado en la ampliación del centro con un hangar y dos aulas, así como en la adquisición de equipamiento y en el apoyo de sus actividades durante un año.
El crecimiento vertiginoso que está experimentando Phnom Penh, la capital de Camboya, está acentuando de forma excepcional las diferencias entre los ricos y los pobres que viven en la ciudad. Esto ha llevado a la desaparición forzosa de los grandes núcleos de pobreza que existían en el centro de la cuidad. Sus habitantes, miles de familias, han sido desalojados y expulsados hacia zonas periurbanas. El colectivo de los recolectores de basuras ha sido realojado en barrios marginales, sin electricidad y sin agua corriente, víctimas de la máxima “lo que no se ve, no existe”; de desapercibidos, han pasado a ser invisibles. La nueva ubicación supone para miles de recolectores de basuras, tener que caminar más de 10 kilómetros a diario para trabajar en jornadas de 12 horas, recogiendo basura por poco más de un dólar al día.
Nuestro socio local, CSARO, que lleva trabajando desde 1998 con los recolectores, recibe apoyo de Manos Unidas desde 2003, ha solicitado de nuevo nuestra colaboración para continuar su trabajo a favor del desarrollo en las comunidades de recolectores de basuras. El proyecto en el que nos hemos embarcado tiene como fin reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante el procesamiento de los residuos urbanos y busca la capacitación de las comunidades de recolectores en la gestión sostenible de la basura, con actividades como la elaboración y venta de abono orgánico y artesanía. Además, ha creado una bolsa de trabajo para el servicio doméstico y ha posibilitado la formación de grupos de autoayuda y de ahorradores. Además de continuar con los programas formativos puestos en marcha en años anteriores.
El proyecto se localiza junto al basurero de la ciudad de Cobán, capital del departamento de Alta Verapaz, en Guatemala, donde se dan las mayores tasas de pobreza del país centroamericano. Los indicadores de pobreza, exclusión social, ausencia del Estado en la solución de las necesidades básicas, la carencia de oportunidades de educación y la marginación sistemática de la mujer, que sirven para explicar el porqué de la violencia en Guatemala, cobran vida en los barrios marginales de esta ciudad guatemalteca. Expuestos a estas condiciones, los niños y jóvenes de la barriada Colonia Esfuerzo I, son firmes candidatos a integrarse en las filas del crimen organizado, las pandillas juveniles y la delincuencia común.
La Asociación Comunidad Esperanza, que dirige desde su fundación el padre Sergio Godoy, solicito el apoyo de Manos Unidas para ampliar el Centro de Formación Integral "Ciudad de la Esperanza “, que ofrece a estos niños y jóvenes, mayoritariamente indígenas, la posibilidad de acceder a la educación infantil, primaria, básica y el bachillerato, además de talleres de formación profesional y de arte. Del proyecto se podrán beneficiar directamente unos 325 alumnos, y de forma indirecta las 1950 personas de su entorno familiar.