Atrato, el río que da la vida al Chocó

Pueblos indígenas y afrocolombianos hacen frente a la crisis social y ambiental.

Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas/María José Pérez

El caudaloso río Atrato atraviesa con su color pardo gran parte del Chocó, al oeste de Colombia, y es uno de los principales protagonistas de la vida en una región que, a pesar de ser la más rica en recursos naturales y biodiversidad, posee los más bajos indicadores de calidad de vida del país, y donde sus habitantes, la mayoría afrodescendientes, viven en extrema pobreza.

Las aguas del Atrato, sobre las que reinan las pangas –embarcaciones tipo canoa–, pasan junto a pueblos indígenas, mestizos y afrocolombianos. A través de su cauce, y en conexión incondicional con él, se sustentan actividades como el abastecimiento de agua y alimentos, las tareas domésticas y los intercambios entre comunidades ancestrales.

Las comunidades Tanguí y la Villa en el medio Atrato

Río Atrato. Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas/María José PérezLa región se encuentra en una profunda crisis social y ambiental, algo que comprobamos en nuestra visita a las comunidades de Tanguí y la Villa, en la cuenca media del Atrato. Por la corriente del río navegan, en una mezcla difícil de encauzar, la degradación ambiental, las necesidades educativas y de salud, la violencia y el tráfico de drogas.

Las variaciones en el clima provocan en numerosas ocasiones que el río inunde las tierras de sus márgenes.

El clima ha cambiado mucho en Tanguí; nunca el río había subido tanto como hasta ahora (Darío Córdoba).

«El clima ha cambiado mucho en Tanguí; nunca el río había subido tanto como hasta ahora», nos cuenta Darío Córdoba, miembro de la COCOMACIA (Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato), durante nuestra visita a un «trapiche», un ingenio para el procesamiento de la caña que encontramos totalmente inundado. Además, las prácticas de minería irresponsable han contaminado el río con mercurio y otros metales pesados que han acabado sedimentando en los cuerpos de los chocoanos con graves consecuencias para su salud. Esto agrava aún más la situación de niños y mujeres, cuyas cifras de mortalidad son comparables a las de Haití, el país más pobre de América.

El Atrato lleva consigo también los relatos y sufrimientos del conflicto armado. «Tanguí ha sido la comunidad más azotada por la guerrilla», afirma Martha Asprilla, de la diócesis de Quibdó, en una región donde la violencia y el tráfico de armas y de drogas continúan bloqueando el desarrollo de sus habitantes.

Comunidad de Tanguí. Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas/María José Pérez

Pero el río también es fuerza, empuje. Allí somos testigos de cómo la población lucha por salir adelante de la mano de la diócesis de Quibdó y de la COCOMACIA, instituciones con las que Manos Unidas colabora desde hace más de una década en diversos proyectos de desarrollo integral para reafirmar la identidad cultural de los habitantes y fortalecer sus capacidades productivas por medio de programas educativos, sanitarios y de defensa del territorio.  

Indígenas y afrodescendientes compartimos e intercambiamos conocimientos (Lucio Sapia).

Asimismo, a través de la Institución Comunitaria Etnoeducativa del Medio Atrato (ICEMA), estas comunidades han capacitado a niños y adultos al tiempo que favorecen la integración de las minorías étnicas. «Indígenas y afrodescendientes compartimos e intercambiamos conocimientos», nos dice Lucio Sapia, indígena de La Villa.

El río Atrato, el mismo que ejerce su llanto con furia y anega las calles de las comunidades diseminadas a su paso, es también testigo de los esfuerzos, esperanzas y luchas de estos pueblos que dependen de sus aguas y que parecen estar entrelazados con ellas en un destino común.

Comunidad de Tanguí. Río Atrato. Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas/María José PérezEn 2016, la justicia colombiana reconoció al río Atrato como sujeto de derechos, lo cual permite exigir a diversas instituciones su protección y restauración. La sentencia afirma que el río es una entidad viviente de la que depende una gran diversidad de formas de vida y culturas. Al otorgarle derechos, se pretende alcanzar la seguridad alimentaria y ambiental para sus habitantes, así como el control de las actividades mineras y los niveles de toxicidad del río.
 

Texto de María José Pérez. Departamento de Comunicación.
Este artículo fue publicado en la Revista de Manos Unidas nº211 (febrero-mayo 2020).

Galería de imágenes: 
Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Comunidad de la Villa en El Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Comunidad de Tanguí en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez
Río Atrato en el Chocó. Colombia. Foto: Manos Unidas. María José Pérez

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