El 28 de febrero, finalizaba un mes histórico, y lo hacía, también, con un hecho histórico: la materialización de la renuncia al ministerio Petrino de Benedicto XVI. Estos días transcurridos, desde el anuncio de la renuncia hasta ayer, han sido un verdadero magisterio sobre la humildad, la fe, la obediencia y la libertad.
Ayer, 28 de febrero, finalizaba un mes histórico, y lo hacía también, con un hecho histórico: la materialización de la renuncia al ministerio Petrino de Benedicto XVI. Tras salir del Vaticano pocos minutos antes de la cinco de la tarde, y dirigirse a la que será su residencia en los próximos dos meses, el palacio de Castel Gandolfo, a las ocho de la tarde la Guardia Suiza cerraba las puertas de esta residencia situada en la costa de Roma, y se retiraba. Ya no tenían nadie a quien proteger allí, porque desde ese momento, y como él mismo había dicho en sus últimas palabras en público, Benedicto XVI ya no era más el sumo ontífice de la Iglesia católica. Comenzaba así el periodo conocido como sede vacante, que acabará cuando los cardenales, reunidos en cónclave, elijan al sucesor de Joseph Ratzinger, que desde ayer es papa emérito.
Estos días transcurridos, desde el anuncio de la renuncia hasta ayer, han sido un verdadero magisterio sobre la humildad, la fe, la obediencia y la libertad. En Manos Unidas, como organización de la Iglesia católica, hemos seguido el proceso no solo con interés informativo, sino también espiritual, siendo plenamente conscientes de que, tal y como dijo Benedicto XVI en su última audiencia pública, la barca de la Iglesia, a la que pertenecemos, no es nuestra, es de Dios, y es Él quien la conduce por medio de los hombres.
Mientras se convoca el próximo cónclave, y el Espíritu Santo comienza a inspirar a los que elegirán al papa número 266, te invitamos a entrar en los enlaces y repasar todo lo que ha pasado estos días, unos días, ya históricos, que dejarán huella.