Sierra Leona vive desde hace meses con miedo. Con mucho miedo. Junto a Liberia y Guinea Conakry forma parte del grupo de países de África Occidental en los que se ha registrado el peor brote de Ébola de la historia. Un brote que ha causado ya la muerte a cerca de 500 personas y se expande entre una población poco informada, que se mueve entre el miedo y la desconfianza.
El los últimos días, representantes de la OMS (Organización Mundial de la Salud) se han reunido en Accra (Ghana) con miembros de los gobiernos de once países africanos para establecer las medidas a tomar ante el avance de la enfermedad letal. Las conclusiones de esta cumbre de emergencia establecen la necesidad de un liderazgo de los jefes de estado y de gobierno de la zona para atajar una epidemia que, según la OMS, “continuará activa bastantes meses más”.
John Kortu, responsable de uno de los proyectos que Manos Unidas apoya en Sierra Leona, concretamente en la diócesis de Bo, en la Provincia del Sur, que dista unas horas por carretera de Kailahun, localidad en la que se han registrado más casos de la enfermedad, nos asegura que conocen el peligro que conlleva este virus mortal y saben que la sensibilización de la población es fundamental para evitar su propagación. Pero, lamenta no tener recursos para hacer más de lo que hacen.
Este año plantar a tiempo ha sido casi una proeza en Bo City: por un lado las lluvias han llegado pronto y con mucha intensidad. Y por el otro, ha aparecido el brote de ébola que todavía no se ha confirmado en su zona “aunque el riesgo es alto por nuestra cercanía ala Provincia Oriental (a los distritos de Kenema y Kailahun) donde se han confirmado casos. Y la gente viaja constantemente desde las áreas afectadas al sur…”. Y el virus puede viajar con ellos y propagarse, como los está haciendo desde que cercana ya la primavera pasada se conocieran los primeros casos.
Por ello, asevera “se van a dedicar grandes esfuerzos a sensibilizar acerca de cómo identificar y prevenir el ébola”.
“Hasta ahora, afirma, no se ha podido hacer demasiado porque, aunque el obispo Charles Campbell, que ha trabajado con sus pocos recursos, ha organizado una reunión de sensibilización a los católicos en Bo City, se necesita llegar a muchos otros, sobre todo a los pobres de las zonas rurales, que son los más vulnerables”.
Y como en tantos otros casos, “la diócesis necesita ayuda para controlar la situación antes de se convierta en epidemia”. Y más aún conociendo la gran influencia que los religiosos tienen en Sierra leona, donde el 45% de las instituciones del país, como los colegios clínicas, hospitales y otros centros sociales de carácter público.
“El Ébola es real. El Ébola mata”
Estas palabras que el presidente Koroma dirigió a la nación el pasado martes, nos dice desde Freetown Peter Konteh, otro de nuestros socios locales, se citan ahora ampliamente, “como la Biblia o el Corán”. Se trata de unas palabras y un discurso que, a juicio de nuestro socio local, llegan muy tarde: “Cómo me gustaría que hubiera hablado mucho antes para apoyar la concienciación social”, clama.
Siendo, según Konteh, su presidente y su partido político y, por extensión, el líder de la oposición, “el motivo y razón de existir de los sierraleoneses”, Koroma tendría que haberse dirigido a la nación antes.
“Como siento que el presidente haya retrasado tanto ese pistoletazo de salida para la concienciación de la sociedad civil y la clarificación de que el Ébola es real y mata”. “Y, encima, sigo echando de menos en esta labor de concienciación el énfasis en la PREVENCIÓN”, lamenta nuestro socio local.
La prevención, una medida esencial en zonas rurales donde están aún arraigadas prácticas y creencias como los enterramientos en los que se utilizan las manos para cubrir los cadáveres o los ritos funerarios en los que el contacto físico con los fallecidos es una tradición absolutamente enraizada. Y donde el contagio puede ser mucho más elevado siendo como es el del Ébola un virus que se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de animales y personas infectadas.