Viaje de formación a India: lunes 6 de octubre ¿cuándo llegó el día 7?

Varios de nuestros compañeros están conociendo en primera persona los proyectos que apoyamos en el estado indio de Karnataka. Durante una semana se empaparán de una realidad desconocida, muy diferente a la nuestra y que nos cuentan con la frescura de aquello que se vive por primera vez. No dejes de leer una crónica llena de humor y emociones.

Varios de nuestros compañeros están conociendo en primera persona algunos de los proyectos que apoyamos en el estado indio de Maharashtra. Durante una semana se empaparán de una realidad completamente diferente a la nuestra; una realidad que, hasta ahora, nunca habían conocido y que nos están contando con la frescura que caracteriza todo aquello que se vive por primera vez. No dejes de leer una crónica cargada de humor y de emociones.      

"Comienza nuestra aventura en Mumbai ¿o comenzó hace ya varios meses cuando nos dieron la noticia de nuestro viaje de formación? Porque durante el tiempo estival la idea fue gestandose en nosotros como una nueva criatura hasta que, alcanzada la madurez, resulta que hoy ya está preparada para nacer. Y, templando nervios e ilusiones, nos vamos despidiendo de familia, amigos y compañeros de trabajo:

- ¡Que disfrutes, que te empapes de esa realidad, que lo vivas a tope para después mostrárnoslo…!

- ¡Estás loca, lo que vas a pillar, yo ni muerta!

Y, mientras nosotros contestamos:

- ¡Que reces, que ya os contaré cuando nos veamos, que sí que haré fotos!

Sería interesante en un estudio de campo sociológico, la reacción de los demás cuando le hemos dado la noticia de nuestra aventura.

Salimos de nuestras casas y de nuestra realidad. Estamos seguras de que un viaje al espacio no nos mostraría un mundo tan diferente al que nos encontraremos. Y nos armamos de paciencia para experimentar un periplo en distintos medios de transporte que nos lleven a nuestro destino: Mumbai. El aeropuerto de Madrid es nuestro punto de encuentro.

¿Qué día es hoy?

Después algo más de doce horas de vuelo con una pequeña escala en Dubai, cuando el sol se asoma por las ventanillas del maravilloso avión de Emirates, son algo más de las cuatro dela mañana. Alguienpregunta “¿qué día es hoy?” “Pues detrás del seis viene el siete ¿no?” Pero nadie se atreve a contestar porque ya no sabemos muy bien en qué día estamos viviendo.

Por fin aterrizamos en Mumbai, el Padre George y su grupo nos reciben con un cartelito que pone Manos Unidas y con unos preciosos ramos de flores para cada uno, lo mejor, una gran sonrisa que te agradece la visita y que te hace sonreír también, a pesar del cansancio y del desconcierto aún de no saber muy bien cuántos días han pasado desde nuestra partida.

El siguiente desconcierto y este sí que es fuerte, tiene lugar mientras atravesamos la ciudad, en microbús y con chófer autóctono, camino de nuestro primer destino, un hospital en Shirampur. Aquí somos conscientes de que sólo un nativo podría manejarse en este caos de circulación; pero lo peor es el panorama que encontramos a nuestro alrededor. Si no fuera por la información globalizada de la que gozamos, habríamos dicho que la ciudad acababa de sufrir un bombardeo: fachadas negras y mutiladas, calles sin asfaltar y el poco pavimento sembrado de basura y escombros, edificios viejos ya, pero a medio construir, aún con grúas, y, gracias a Dios, algunas mallas de sujeción.

Mumbai_Foto María Eugenia Díaz

Los ciudadanos se mueven de un lado a otro como con algo que hacer, pero sin bolsas ni carritos de la compra; los niños juegan al futbol y al cricket, (reminiscencias de su pasado colonial), pero en descampados áridos y sin glamour; las mujeres no visten de forma occidental, lucen sus saris con una elegancia fuera del contexto en el que se mueven. Las  vacas sagradas campan y comen a sus anchas, aún así, flacas; los chuchos cortados por el mismo patrón y vemos un gato sobre un tejado, rara avis en India.

Donde fueres…

En el suelo surgen mercados callejeros, que suelen esquivar los llamativos taxis negros y amarillos de tres ruedas, los rickshaw, los autobuses de línea (que no pasarían una mínima inspección en un país occidental) y camiones alegremente decorados con pinturas hasta en el volante, guirnaldas y figurillas de dioses hindúes, semejantes al dios elefante que nos acompaña en el salpicadero de nuestro microbús, Ganesh que, lástima, no pudo impedir la avería de una rueda de nuestro transporte a la salida de la ciudad.

Hay un dicho muy acertado, que dice "donde fueres haz lo que vieres". Parece que todos aquí los hemos asumido como pacto no acordado explícitamente. Nos armamos de paciencia y bajo una densa lluvia, coletazo aún de los monzones, observamos cómo nuestro chófer, bajo un cobertizo junto a una gasolinera a la que llaman taller, arregla la rueda con un equipo formado por un inflador, dos destornilladores gigantes, un artefacto de madera y varios parches de cámara de bicicleta de los de todala vida. Untrabajo puramente artesanal y un milagro si esto funciona.

Casi hora y media después continuamos nuestro itinerario hacia las montañas del Este, quizá el dios elefante proteja ahora las ruedas de nuestro vehículo, la carretera que se le presenta necesita de su incesante intercesión.

 

También te puede interesar

Suscríbete a la newsletter

Informarse es el primer paso para actuar.

Suscríbete