Además de nuestro trabajo de cooperación al desarrollo, colaboramos en acciones humanitarias cuando las circunstancias lo requieren y lo solicitan socios locales con experiencia en este tipo de intervenciones. En total, en 2021 apoyamos 62 acciones humanitarias a las que destinamos más de 2 millones de euros (2.010.592 €).
Entre las acciones humanitarias figuran, por un lado, los proyectos de emergencia, que responden a situaciones inesperadas y, por otro, los proyectos de ayuda humanitaria.
A través de 55 proyectos de emergencia en Asia (34), África (13) y América (8), a los que se destinaron 1.607.331 €, atendimos a 270.679 personas que, por distintas causas, lo habían perdido prácticamente todo.
La durísima segunda ola de COVID-19 en India motivó 30 de las 34 emergencias apoyadas en Asia. Manos Unidas movilizó 636.618 € para atender las necesidades más acuciantes: oxígeno, medicinas y alimentos para personas enfermas y sus familias. Gracias a todos los esfuerzos, más de 200 mil personas se beneficiaron de estas ayudas. Sin embargo, muchas otras perdieron la vida y, entre ellas, socios locales de Manos Unidas a quienes, desde estas líneas, queremos recordar y alabar por su entrega sin límite a los demás.
En agosto volvió a temblar la tierra en Haití. El terremoto causó 2.300 muertes, 13.000 heridos y 137.000 hogares destruidos. Como respuesta, Manos Unidas lanzó una campaña de emergencia que recaudó cerca de 456.000 € para poner en marcha cuatro proyectos de emergencia sanitarios, de distribución de alimentos y reparación de viviendas.
Atendimos, asimismo, a personas víctimas de las guerras olvidadas y de la inseguridad, como es el caso del norte de Etiopía, en el Tigray, región que afronta un conflicto de extrema violencia en el que se vulneran todos los derechos y en el que las violaciones se usan como arma de guerra. En Sudán, donde apoyamos a miles de personas en campos de refugiados, o en Nicaragua y Haití, países en los que Manos Unidas intervino a causa de la grave inestabilidad política y social, la población afronta crisis humanitarias que no debieran producirse, pero que, por desgracia, existen y perduran hasta caer en el olvido por parte de nuestras sociedades.
Los fenómenos climáticos también generaron crisis que requirieron de nuestra intervención. Sequías en Kenia, inundaciones en Chad, hambrunas en Ruanda, ciclones en India y Mozambique. Seguimos escuchando el grito del planeta, nuestra «casa común», y quienes lo pagan más caro son, de nuevo, las poblaciones más desprotegidas.
Apoyamos también 7 proyectos de ayuda humanitaria para asistir, en total, a 7.686 personas; poblaciones en movilidad como la procedente de Venezuela, obligada a migrar a los países limítrofes; las mujeres sirias, a las que la guerra ha expulsado de sus hogares junto a sus hijos e hijas; los migrantes subsaharianos que malviven en Marruecos soñando con un futuro mejor; o los migrantes latinoamericanos que se acumulan en México persiguiendo una vida con condiciones más dignas.