La pandemia afectó seriamente a Latinoamérica durante 2021. El índice de muertos por millón lo encabezó Perú, seguido por Brasil, Colombia, Paraguay y Ecuador. El proceso de vacunación –en el que destaca Cuba, con un 82 % de la población vacunada– avanzó en todos los países con un alcance que basculó entre el 23 y el 66 %, con la excepción de Haití, país en el que apenas se ha empezado. Más allá del impacto sanitario, las consecuencias de la pandemia, especialmente a nivel social y económico, trajeron consigo un mayor empobrecimiento de los países y, sobre todo, un aumento de las desigualdades internas entre ricos y pobres.
El pasado año se agravó, asimismo, la situación de inestabilidad política en todo el continente, principalmente en Haití, Nicaragua y Colombia. Organizaciones de la sociedad civil denunciaron también el aumento de las trabas legales y económicas para realizar su labor, incluidas las ONG extranjeras que trabajan en Nicaragua y Guatemala. De igual modo, se recrudeció la persecución que sufren los defensores de los derechos humanos y los líderes indígenas, con decenas de asesinatos y secuestros; en algunos casos, con víctimas pertenecientes socios locales de Manos Unidas y a comunidades con las que trabajamos.
Como venimos haciendo desde el inicio de la pandemia, en 2021 estuvimos en contacto permanente con nuestros socios locales para conocer su situación, gestionar las iniciativas en marcha y estudiar nuevos proyectos. Afortunadamente, en la última parte del año pudimos retomar los viajes a terreno, con las cautelas necesarias, para llevar a cabo las visitas de acompañamiento y supervisión de los proyectos abiertos.
El esfuerzo realizado tuvo como resultado la aprobación de 150 nuevos proyectos, lo que supuso un crecimiento de la inversión en el continente del 14 % respecto al año anterior. El sector con más inversión fue el de «Alimentación y medios de vida», con el fin de seguir fortaleciendo la soberanía alimentaria y la autonomía de las comunidades, seguido por los sectores de «Derechos humanos y sociedad civil» y «Derechos de las mujeres y equidad», para reaccionar a la grave situación de violencia e incumplimiento de derechos de las poblaciones más vulnerables.
En relación a los proyectos de acción humanitaria, en agosto de 2021 intervinimos de emergencia como consecuencia del terremoto que azotó Haití y que nos obligó a poner en marcha un programa especial de ayuda para las poblaciones más afectadas.
Destacamos, finalmente, la optimización de los procedimientos internos, lo que nos permitió una mayor eficacia y nos posibilitó el trabajar con normalidad a pesar de las limitaciones derivadas de la pandemia.