La pandemia de COVID-19 siguió condicionando, durante 2021, tanto nuestra vida como la de las personas para las que trabajamos. Las sucesivas «olas» provocaron el cierre de escuelas, la interrupción de parte de los proyectos, el cierre de negocios con el consiguiente aumento del desempleo –especialmente entre los trabajadores informales–, el incremento del abandono escolar y una pérdida generalizada de ingresos en los hogares de las comunidades más vulnerables. La pandemia nos impidió, además, viajar a los países donde trabajamos para acompañar a nuestros socios locales, que han realizado una labor encomiable en momentos de enorme dificultad.
India se vio gravemente afectada por la variante Delta de la COVID-19, que sumió al país en el caos sanitario de marzo a junio. El impacto fue mayor debido a que las autoridades y la población habían relajado las medidas de prevención tras una primera ola poco agresiva a nivel sanitario. La virulencia de la variante Delta dañó aún más el precario sistema sanitario con una cobertura inferior al 40 %. Las cifran apuntan a que la variante acabó con la vida de 490.000 personas, aunque fuentes no oficiales estiman en 3 y 4 millones el número de personas que perdieron la vida.
Ante la gravedad de la situación, Manos Unidas hizo un llamamiento de emergencia a la sociedad española, que respondió con enorme generosidad para socorrer a las comunidades más afectadas. Esta solidaridad se tradujo en 30 proyectos de emergencia, principalmente de ayuda sanitaria, con una inversión de 636.618 €. Asimismo, volvimos a autorizar, a los socios locales que lo solicitaron, la reasignación presupuestaria en proyectos en marcha para paliar los efectos de la dramática crisis sanitaria.
En el sudeste asiático vimos una incidencia dispar de la Covid-19. Casi todos los países de la región llevaron a cabo políticas muy restrictivas en relación al movimiento de su población, lo que puede explicar la menor incidencia sufrida en comparación con Europa o EE.UU. En Camboya, Filipinas y Bangladesh continuamos acompañando a nuestros socios locales en su trabajo con las poblaciones más vulnerables, con proyectos que fortalecen sus medios de vida, la seguridad alimentaria, el desarrollo comunitario, la educación, el acceso al agua y la atención sanitaria.
Asimismo, en Oriente Medio continuamos apoyando a la población siria más pobre con programas de formación para el emprendimiento, a los refugiados sirios que se encuentran en Líbano y a la población palestina a través, principalmente, de proyectos agrícolas y sanitarios.