La producción de alimentos es más que suficiente. Se trata más bien de un problema de distribución justa y de transformar los sistemas alimentarios para que cumplan con su cometido de alimentar a las personas, a todas las personas, sin maltratar al medioambiente.
Las cifras del hambre siguen subiendo. Al mismo tiempo, cada día se pierden o desperdician toneladas y toneladas de alimentos. Aproximadamente, el 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia y se tira a la basura sin consumir.
Los alimentos que se pierden y desperdician representan el 38 % del uso total de energía en el sistema alimentario mundial. Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción -como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el dinero invertido- se desaprovechan.
Ya en 2013, tan sólo el 48% de la producción de cereales era para el consumo humano directo. Y, según cifras de 2019, una gran parte de la producción mundial se destinó a la alimentación animal. En cuanto a los agrocombustibles, se estima que para 2029 la producción de etanol utilizará 25% y 14% de la producción mundial de caña de azúcar y maíz, respectivamente.