Para que Manos Unidas pueda llevar a cabo proyectos como este.
El Sur de Quito siempre se ha caracterizado por ser la zona más empobrecida de la capital ecuatoriana y por ser fruto de las migraciones internas que están aumentando en las últimas décadas. El sector de La Magdalena, donde los niveles de precariedad laboral, pobreza, delincuencia y alcoholismo son altos, es donde se han situado históricamente los establecimientos de prostitución.
Existen gran cantidad de hogares desestructurados bajo la única responsabilidad de la madre, sea por la disolución del vínculo conyugal o porque asumió sola la maternidad, en muchos casos como consecuencia de violaciones.
El bajo nivel educativo unido al racismo estructural contra las mujeres indígenas y afro-ecuatorianas, ha llevado a estas mujeres a caer en las redes de explotación como único medio de mantener económicamente a sus familias. Además de la dependencia económica, se ven inmersas en otras dependencias como drogas y alcohol, y la consecuencia más grave: la baja autoestima.
Es por ello que la Comunidad de Religiosas Adoratrices, cuyo carisma es la liberación de la mujer oprimida por la prostitución, se estableció en estos barrios en 2003, procedente de la ciudad de Guayaquil. Su trabajo se centra en la liberación, integración personal, promoción y reinserción social. Para ello, además del trabajo que realizan en sus entornos de trabajo, tienen un centro de formación en el cual ofrecen un espacio de acogida, capacitación, atención psicosocial y evangelización.
Desde el conocimiento y ejercicio de sus derechos y la dinamización de sus potencialidades, se pretende conseguir que asuman autónomamente un proyecto de vida alejado de la prostitución y que sean competentes en su entorno familiar, social y productivo.
Con esta intervención se va a dotar a las mujeres de autonomía económica, como clave para su liberación y empoderamiento. Este objetivo se está logrando mediante:
Manos Unidas ha visitado este proyecto coincidiendo con la inauguración del local donde se están empezando a comercializar los productos de aseo e higiene. Se ha podido recoger el testimonio y agradecimiento de las mujeres beneficiarias y conocer de primera mano el difícil camino que están recorriendo y que no sería posible sin el cariño y apoyo de la comunidad adoratriz.
Para que Manos Unidas pueda llevar a cabo proyectos como este.