Nos despertamos con los sonidos de la naturaleza y los primeros rayos de luz en la cabaña en la que hemos pasado la noche en la aldea de São Luís.
El zumbido de los mosquitos ha sido la banda sonora de una noche rodeada de naturaleza. Para protegernos de ellos, se ha hecho indispensable el uso de mosquiteras. Y es que el dengue está al acecho. Brasil está sufriendo uno de los mayores brotes de esta enfermedad y, desde hace un par de meses, está en emergencia. En lo que va de año, más de un millar de personas han fallecido por dengue.
Además de este grave problema de salud, otro tema clave del país es la educación. Por ese motivo, volvemos a Atalaia do Norte, donde empezamos nuestro viaje.
Atalaia tiene un Índice de Desarrollo Humano muy bajo, el tercero más bajo entre todos los municipios brasileños. Aquí visitamos escuelas y aldeas para seguir conociendo más sobre la situación en este ámbito, acompañados de miembros del pueblo mayoruna.
En estas visitas, nos damos cuenta de otra realidad: muchos jóvenes tienen que abandonar sus aldeas para proseguir sus estudios, ya que carecen de oferta formativa más allá de la educación primaria.
Para mejorar su calidad educativa, colaboramos con el Centro de Trabajo Indigenista (CTI), que tiene más de dos décadas de experiencia en el sector. De esta manera, apoyamos un proyecto para más de un centenar de jóvenes, produciendo material didáctico para usar en las escuelas de las aldeas del Territorio Indígena de Vale do Javari.
Se trata de un pequeño gesto, pero muy significativo, con el que reforzamos su educación para un futuro mejor.