Al igual que el día anterior, la jornada empieza de noche, pues volvemos de madrugada a Manaus.
Durante nuestra ruta, además de desplazarnos con los barco-taxi, también hemos usado avionetas y hemos sido testigos de uno de los grandes problemas que existe en esta zona: la minería depredadora.
Sobrevolando el punto en el que se encuentran las aguas del río Negro con el río Solimoes, vemos pequeñas embarcaciones. Son las de los conocidos como garimpeiros, las personas que se dedican a la minería ilegal en Brasil, el primer peldaño de este sistema extractivista que destruye la Amazonía.
Los pueblos originarios se han opuesto al proyecto de minería de gran escala de la empresa Potássio do Brasil, cuyo objetivo es extraer y procesar potasio en Autazes.
Al igual que en otros lugares del estado del Amazonas, este tipo de actividades contribuyen a la deforestación y la contaminación de los ríos. En este caso, el proyecto amenaza la supervivencia del pueblo Mura, que depende de la caza, la pesca y la agricultura. Por ello, desde hace más de un año, este pueblo originario está en pie de guerra contra esta iniciativa destructiva.
Esta no es la única lucha en la que están involucrados los pueblos originarios de este territorio y somos testigos de una manifestación reclamando sus derechos. Dos de las organizaciones convocantes de la protesta son Articulación de las Organizaciones y Pueblos Indígenas del Amazonas (APIAM) y Coordinación de Pueblos Indígenas de Manaus y Entorno (COPIME). Mientras hoy APIAM nos acoge en un curso sobre monitorización territorial que están llevando a cabo, mañana conoceremos más a fondo el trabajo de COPIME.
Aprovechamos este penúltimo día en el paraíso para encontrarnos y charlar tendidamente con algunos miembros de la Rede Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), ya que una buena parte han salido como delegación para participar en el Foro Permanente de las Cuestiones Indígenas de ONU, que se celebra en Nueva York hasta el próximo 26 de abril.