La vuelta a España será larga, pues nos esperan varios vuelos encadenados que nos tomarán muchas horas. No obstante, todas éstas serán menos que las que dedican los habitantes de la Amazonía a navegar en el río para hacer cualquier trámite sencillo.
«Cuando estás en el territorio, te das cuenta de lo difícil de lo que es vivir a nivel logístico en una tierra como ésta. No hay carreteras como tal, y la única vía, la principal, es el río y en él te puedes tirar horas y horas para una pequeña gestión, para llegar a cualquier sitio, para conseguir una atención médica, educación…», lamenta el embajador de Manos Unidas, Quico Taronjí.
Además de ser el medio de transporte principal, el río forma parte de la vida diaria de los pueblos originarios:
«En Vale do Javarí, había una niña que se lavaba con su hermano pequeño. La niña lavaba la ropa, se lavaba ella, llenaba la botella de agua y también lavaba al hermano. Luego, en la misma zona, una señora cogió esa misma agua con una cazuela para cocinar un pollo», explica la presidenta de Manos Unidas, Cecilia Pilar.
Esta agua suele estar contaminada por la minería ilegal de la que hemos sido testigo. Desde el aire, hemos podido ver las pequeñas embarcaciones de los garimpeiros, el primer peldaño de esta actividad extractiva que destruye la Amazonía, pero no la única. Desde el aire también hemos sido testigos de la deforestación que avanza a pasos agigantados y devora la selva.
«La selva amazónica es de una belleza indecible, es enorme, es gigantesca», asegura Quico. No obstante, este paraíso inmenso con una enorme riqueza natural y cultural está en riesgo. «Es un territorio difícil en el que hay que tener ayuda y nosotros intentamos hacerla llegar. Aportamos nuestro granito de arena porque esto es inmenso. Lo que hacemos es sumar», agrega el periodista.
«Ésta es nuestra misión, hacer todo lo que podamos por las personas que nos solicitan ayuda», recuerda Cecilia Pilar.
Nos vamos con la satisfacción de ver los frutos del trabajo que estamos haciendo junto con los socios locales en el terreno. También nos llevamos en el equipaje de vuelta las conversaciones, charlas y momentos compartidos con todas las personas que nos han hecho partícipes de sus vidas y su día a día. Su fuerza y lucha nos empuja a gritar más alto y lejos nuestro mensaje: «Súmate al efecto ser humano».