La convocatoria, preparación y realización de este Sínodo de la Amazonía se convierte en un signo de esperanza para el pueblo amazónico y para toda la humanidad. Supone una llamada a la conversión para un mayor compromiso, personal y comunitario, con el cuidado de la Creación, desde la escucha atenta al clamor de los pueblos amazónicos.
La palabra “sínodo”, deriva del griego y significa “caminar juntos”. Un sínodo, por tanto es, en términos generales, un encuentro religioso o asamblea de obispos que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa para buscar soluciones pastorales con validez y aplicación universal en el gobierno de la Iglesia universal. El primero lo instituyó el papa Pablo VI en 1965.
En un sínodo participan obispos (elegidos por las propias Conferencias Episcopales o por el Papa), algunos miembros de institutos religiosos, y laicos, reunidos todos ellos con el Santo Padre. Es el propio Papa quien lo convoca, cuando lo considera necesario o lo estima oportuno, y sobre un tema de relevancia en ese momento. Es un órgano consultivo que puede reunirse en asamblea general, para cuestiones de la Iglesia universal, o en asamblea especial, para problemas que conciernen directamente a una o varias regiones determinadas. Sus conclusiones se compilan en una Exhortación Apostólica que se añade al magisterio de la Iglesia.
El Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía, titulado Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral, se celebrará del 6 al 27 de octubre de 2019 en el Vaticano.
Debido a la especificidad de este Sínodo, en el mismo no participarán los obispos de todo el mundo si no los de los países amazónicos: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela, y la Guyana Francesa, en total 102. También estarán invitados representantes de los de los países de la Conferencia Episcopal latinoamericana (CELAM) y representantes indígenas.
La Iglesia tiene nuevamente la oportunidad de ser oyente en esta zona donde tanto está en juego. La escucha implica reconocer la irrupción de la Amazonía como un nuevo sujeto. Este nuevo sujeto, que no ha sido considerado suficientemente en el contexto nacional o mundial ni en la vida de la Iglesia, ahora es un interlocutor privilegiado.
La convocatoria, preparación y realización de este Sínodo de la Amazonía se convierte en un signo de esperanza para el pueblo amazónico y para toda la humanidad. Supone una llamada a la conversión para un mayor compromiso, personal y comunitario, con el cuidado de la Creación, desde la escucha atenta al clamor de los pueblos amazónicos. Es una apuesta por la defensa de la tierra y el cuidado de la cultura de los pueblos y comunidades de la Amazonía y donde las voces del territorio son claves para descubrir lo esencial de la vida y para hacer que estos pueblos moldeen culturalmente las iglesias locales.