En el Tigray, millones de personas sufren todavía las consecuencias de una guerra y un bloqueo que internacionalmente pasó casi desapercibido y que llevó a la región a una enorme crisis humanitaria y económica.
A pesar de que el acuerdo consiguió silenciar las armas y trajo consigo la reanudación de los servicios básicos como las telecomunicaciones, los bancos, la electricidad o la educación, «el gobierno federal no está cumpliendo parte de lo acordado y la situación en la zona oeste de nuestra región, en algunas woredas (distritos) y en otras zonas fronterizas con Eritrea, todavía ocupadas por fuerzas externas (amhara y eritreas), que no fueron parte del acuerdo, es terrible».
«Año y medio después de firmarse —en noviembre de 2022— el acuerdo de paz de Pretoria, la situación en el Tigray sigue siendo desesperada», denuncia monseñor Tesfasellassie Medhin, eparca de Adigrat.
El conflicto ha dejado: