Las escuelas en el Tigray permanecieron cerradas durante los tres años que duró la pandemia y el conflicto. Unos 2,3 millones de niños se vieron, de la noche a la mañana, privados de su derecho a la educación.
En abril de 2023, cuando se reanudaron las clases en aulas derruidas y saqueadas, sin mobiliario, puertas ni pizarras, tan solo un 15 % de los alumnos se incorporó a la escuela. En marzo de 2023 ya lo habían hecho el 40 % de los estudiantes.
«La vida sin educación, sin saber escribir, sin saber comunicar y sin los conocimientos básicos está oscura. La educación es fundamental para iluminar la vida de la gente» (Teum Niguse, profesor en la escuela de Airire).
La pobreza hace que la compra de material escolar sea un gasto inasumible para las familias. Con apoyo de Manos Unidas, la ONG católica Chain of Love (Cadena de Amor) y la Oficina de Desarrollo del Secretariado Católico de la Diócesis de Adigrat (ADCS) están repartiendo material escolar, esencial para que los estudiantes puedan regresar a clase.
También se está contribuyendo, entre otras cosas, a la compra de pupitres, pizarras, material de papelería y ordenadores. Y se ha puesto en marcha una campaña comunitaria para fomentar la vuelta a la escuela y se está dando apoyo psicosocial para lidiar con el trauma a profesores, personal de apoyo y miembros de asociaciones de padres y profesores. Asimismo, se ha impartido formación sobre educación en situaciones de emergencia a 25 directores y responsables de escuelas de referencia.