Volver al trabajo en el Tigray

Manos Unidas ONG - Volver al trabajo en el Tigray - Imagen: Marta Carreño

Durante la guerra, y a través de sus organizaciones e instituciones, la Iglesia intentó ayudar a la población tigriña y, aunque no dejaron de trabajar en ningún momento, el bloqueo y la falta de recursos hicieron casi imposible su labor.

A pesar de que el número de católicos no supera el 1 % en todo el país, el trabajo al que se enfrenta la Iglesia católica en el Tigray es casi infinito.

Una vez finalizada la contienda, la Iglesia busca ayuda para devolver al pueblo trigrino lo que la guerra le arrebató. El padre Abraha Hagos, director de ADCS, asegura que en Tigray «ahora todo son víctimas. Todo el mundo tiene necesidades. Ya no hay diferencias entre ricos y pobres y, ahora, todos son víctimas».

«El trabajo por hacer todavía es enorme y solos no podemos hacerlo. Necesitamos mucha ayuda».


Infografía creada por Sara Blasco Cobos.

El eparca de Adigrat enumera alguna de las necesidades a las que está haciendo frente la Iglesia católica:

  • Entrega de comida, refugio y otros útiles de primera necesidad para personas desplazadas internas y las comunidades de acogida.
  • Acceso al agua potable y servicios de saneamiento.
  • Acceso a servicios sanitarios básicos y a suplementos alimenticios.
  • Atención psicosocial para superar el trauma o servicios de respuesta a las víctimas de la violencia de género.
  • Apoyo para la reanudación de la educación: alimentación en las escuelas. Reconstrucción de centros escolares. Reposición de pupitres y mobiliarios. Material escolar y de papelería…
  • Apoyo a pequeños granjeros con la entrega de semillas mejoradas y herramientas para la agricultura.
Galería de imágenes: 
Reparto de material escolar en Gulomekada (Tigray). Foto:Manos Unidas/Marta Carreño
Un miembro de ADCS muestra los daños en una escuela en Gulomekada (tigray). Foto:Manos Unidas/Marta Carreño
Reparto de material escolar en Gulomekada (Tigray). Foto:Manos Unidas/Marta Carreño
Equipo de Chain of Love en Tigray. Foto:Manos Unidas/Marta Carreño

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