Durante la guerra, y a través de sus organizaciones e instituciones, la Iglesia intentó ayudar a la población tigriña y, aunque no dejaron de trabajar en ningún momento, el bloqueo y la falta de recursos hicieron casi imposible su labor.
A pesar de que el número de católicos no supera el 1 % en todo el país, el trabajo al que se enfrenta la Iglesia católica en el Tigray es casi infinito.
Una vez finalizada la contienda, la Iglesia busca ayuda para devolver al pueblo trigrino lo que la guerra le arrebató. El padre Abraha Hagos, director de ADCS, asegura que en Tigray «ahora todo son víctimas. Todo el mundo tiene necesidades. Ya no hay diferencias entre ricos y pobres y, ahora, todos son víctimas».
«El trabajo por hacer todavía es enorme y solos no podemos hacerlo. Necesitamos mucha ayuda».
El eparca de Adigrat enumera alguna de las necesidades a las que está haciendo frente la Iglesia católica: