Esperanza es voluntaria en la Delegación comarcal de Torreperogil y en la Delegación de Jaén, de la que es responsable de Juventud. Lleva colaborando con Manos Unidas desde hace quince años.
«Esta experiencia ha sido la más increíble y, a la vez, la más dura que he vivido en mi vida. Un abrir de ojos que me ha hecho ser consciente de que la migración es un problema grave que provoca unas injusticias enormes y que “no interesa” ni ver ni solucionar.
»No entraba en mi cabeza el porqué están dispuestos a lanzarse a la muerte por llegar a España hasta ver las condiciones en las que se encuentran en su lugar de origen. Se mueren. ¿De verdad podemos vivir de espaldas a eso? Desde luego, yo no».