Natalia es voluntaria en la Delegación de Tenerife. Lleva colaborando con Manos Unidas desde 2017 y participa en diferentes actividades de su delegación.
«Doce personas dispuestas a no juzgar y a escuchar. A enfrentarse a la proximidad, a romper una frontera más etérea que física. Así llegamos a Almería, nuestra primera parada, en la que descubrir la vida de los inmigrantes en nuestro territorio fue preciso para entender aún más nuestra labor en los países del Sur y su trascendencia. Ponernos en contacto directo a través de diferentes asociaciones y ONG que nos permitieron pisar invernaderos, adentrarnos en los asentamientos, colarnos en las clases de español y de lectura y escritura, formarnos en protocolos, leyes, historia, procedimientos, causas y consecuencias... Fue el preludio de una realidad más atroz, si cabe, al otro lado de la valla.
»Si algo me llevo de esta vivencia es que toda persona merece ser tratada con dignidad y Manos Unidas es el lugar para alcanzarlo».