"La transparencia es el valor de enseñar lo que haces y cómo lo haces. Y para ser transparente, debe existir la tranquilidad de que todo lo que vayas a enseñar es bueno. Lo mismo ocurre con tu propia casa. Cuando invitas a alguien te aseguras siempre de tenerla limpia, recogida y bonita.
Sin embargo, en una organización de la Iglesia como Manos Unidas siempre tienes las puertas y las ventanas abiertas. Por eso, para ser transparentes, debes lograr unos métodos de trabajo y unos sistemas de control que te permitan gestionar impecablemente tus fondos y corregir enseguida cada error que se cometa. Para que esos sistemas funcionen, la organización y las personas responsables de la misma deben vivir según unos valores incuestionables de honradez y esfuerzo. Unos valores que son propios a nuestra Iglesia y que nos llevan a revisar de forma continua la labor que realizamos para exigirnos cambios y mejoras que se notan cada día.
Por eso la transparencia no se improvisa. Y siempre va asociada al buen hacer, a una buena manera de trabajar, a unas buenas prácticas, a un buen gobierno. En definitiva, a una ética.
La verdadera transparencia en una organización como Manos Unidas comienza cuando una persona, de forma ordenada y meticulosa, registra cada día los donativos que recibe. Un número tras otro en una tabla de cálculo. Se entrega un recibí, se anota en el libro de ingresos, se registran las entradas y salidas, se extraen los movimientos de la cuenta bancaria, se identifican los donantes, se hace análisis y se realiza cuadre cada mes. Así de forma constante. Haciendo esto mismo además para cada uno de los fondos que recibimos a través de domiciliaciones, subvenciones, transferencias y convenios. No en una sola oficina, sino en cientos de ciudades de toda España. No un día, sino todos los días.
La verdadera transparencia continúa cuando otra persona valora un euro donado como si fuera el mayor tesoro que recibiera cada día. El milagro de contar con fondos para hacer el bien por los demás. Uno a uno, euro a euro. Teniendo en cuenta que recibimos solicitudes de financiación que nos van llegando todos los días de innumerables organizaciones de países de toda África, América y Asia. Organizaciones en su mayoría compuestas por misioneros, congregaciones, diócesis locales y un sinfín de organismos civiles. De todos los credos y todas las razas. Solicitudes que se atienden con mimo pero también con exigencia. Apreciando que la necesidad es mucha y los recursos son escasos.
Y mes a mes, por cada solicitud que nos llega se abre un estudio que realizan personas especialistas en el país de turno y se exige el cumplimiento de unos criterios y la entrega de una documentación. Por cada proyecto que se va a financiar se firma un convenio a modo de contrato. También se solicitan avales, se establecen objetivos, plazos y se exigen informes donde se justifican los gastos, todos los gastos. Para financiar una solicitud, se establecen diferentes puntos de autorización. Y mes a mes se decide apoyarlos o no y se liberan los pagos uno a uno si lo aprueba la Comisión Permanente. Cuando el importe es mayor, se fraccionan los pagos y se realizan de forma condicionada de tal manera que si no se justifican ciertos gastos y avances, no se procede a realizar el siguiente.
Como veis toda una maquinaria que ha ido mejorando y respondiendo cada vez a mayores desafíos y exigencias. Porque el volumen de Manos Unidas y su presencia en más de 60 países nos hace ser una organización que cuenta con una estrategia mundial contra el hambre. Y sin perder la cercanía con las personas a las que ayuda, sin perder el contacto directo con las personas que nos ayudan, Manos Unidas debe también estar a la altura de la inmensa responsabilidad que se le otorga en un mundo tan complejo.
Contamos con procedimientos, normas de obligado cumplimiento y aplicaciones informáticas que permiten que esto funcione de este modo. Conjugando nuestra condición de organización grande y de referencia con la de estar al pie de la calle en cada ciudad de cada diócesis de nuestro país. Aplicamos métodos de revisión, evaluación y seguimiento que nos exigen abrir espacios de reflexión donde poder detectar y prevenir errores. Y adoptamos nuevas medidas y modificamos políticas si es necesario. Este estado de gestión abarca la contabilidad, la fiscalidad, los proveedores, el marketing, la publicidad, las redes sociales, la informática, la calidad, la planificación, y también el cumplimiento de leyes múltiples que nos afectan en innumerables facetas de nuestro trabajo.
Diferentes certificaciones y auditorías nos avalan. De este modo, todos los años nuestras cuentas anuales y nuestros balances se auditan. Una selección de proyectos también cuenta con sus propias auditorías, y otros se someten a un proceso de evaluación interna. Por otro lado, Manos Unidas cuenta con la Calificación de la AECID y con el certificado de dos auditorías de transparencia: una por la Fundación Lealtad y otra por la Coordinadora ONGD España. Estas evaluaciones nos someten a un escrutinio continuo y detallado, y a una revisión constante de nuestra manera de trabajar.
Pero Manos Unidas no se queda ahí, cuando lo hecho sería ya más que suficiente. Como organización de la Iglesia, debemos compartir lo que hacemos bien para seguir aprendiendo en comunidad. Nuestra inercia al trabajo en red es natural, de base. Es por eso que promovemos la transparencia y la ética en alianzas y plataformas nacionales a través de grupos de trabajo y planes conjuntos con otras organizaciones del ramo. En ese sentido, Manos Unidas estuvo entre los miembros fundadores que crearon allá por 1986 la Coordinadora de ONGD de España (CONGDE), así como detrás de la elaboración de su Código de Conducta, y de la creación de la Herramienta de Transparencia y Buen Gobierno para el sector de la cooperación al desarrollo. Una iniciativa pionera en toda Europa.
En la actualidad hemos promovido una versión de esta herramienta para las ONG de acción social y, a través también de la Coordinadora, hemos establecido un convenio de colaboración con el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno, que es la institución pública e independiente en España que es responsable de velar por el cumplimiento de la Ley de Transparencia de 2013.
Para finalizar, nos surge otra cuestión importante. Es imprescindible destacar que a todas estas exigencias e implicaciones les debemos ir dando respuesta con una voluntad incuestionable de servicio: estos criterios y labores administrativas ineludibles no son en verdad más que tareas de soporte que deben realizarse de forma escrupulosa y silenciosa para que obre y se luzca el verdadero fin de nuestra organización: la lucha contra el hambre y las causas que la provocan.
Por eso, la transparencia no es solo un trabajo duro y constante. Es un trabajo que además no debe resaltar. Es un trabajo que si no se oye es porque está yendo bien. Y porque están hablando los que deben hablar: los centenares de personas que trabajan en delegaciones y servicios centrales explicando por qué existe hambre si hay comida para todos, y mostrando proyectos, historias y alternativas positivas que nos dicen que otro mundo es posible. Que frente a la pobreza hay esperanza."
Guillermo González de la Torre Rodríguez
Coordinador del Departamento de Estrategia y Calidad de Manos Unidas