Tras la guerra, Costa de Marfil vivió una crisis de diez años, de la que, poco a poco, comienza a salir. Sin embargo, uno de cada dos marfileños es pobre y la tasa de analfabetismo, sobre todo en las mujeres, sigue siendo elevada, cercana al 40%.
Raphaël Be Kouadio sabe que esto no puede cambiar de la noche a la mañana, pero su discurso es positivo: ‘Sabemos que hay problemas, pero ¿qué hacemos? No nos paramos’ dice enérgico en esta entrevista con Manos Unidas.
Raphaël Be Kouadio (Costa de Marfil, 1961) es profesor en Abiyán: enseña inglés en secundaria e imparte ‘Proyectos Educativos Cristianos y Africanos’ en la Universidad Católicade África del Oeste. En su última visita a España participó en las Jornadas de Formación de Manos Unidas, para hablarnos de la difícil situación de su país.
Tras la guerra, Costa de Marfil se vio inmersa en una crisis que duró diez años y de la que poco a poco comienza a salir. Sin embargo, uno de cada dos marfileños es pobre y la tasa de analfabetismo, sobre todo en las mujeres, sigue siendo elevada, cercana al 40%. Raphael sabe que esto no puede cambiar de la noche a la mañana, pero su discurso es positivo: ‘Sabemos que hay problemas, pero ¿qué hacemos? No nos paramos’ dice enérgico.
Soy un laico que trabaja con misioneros de los Clérigos de San Viator que están en España, Francia, América…Algunos miembros de la comunidad son españoles y conocían Manos Unidas. Empecé a trabajar con ellos en 1996 y hasta hoy. Cuando Soledad Suárez, la presidenta de Manos Unidas me invitó a España para dar una charla sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y nuestra cooperativa en Costa de Marfil acepté enseguida.
Ferké se encuentra al Norte de Costa de Marfil. Entonces, yo era profesor de inglés allí y veía el sufrimiento de las mujeres para sacar la manteca del karité. Era un trabajo penoso, muy penoso: trabajaban durante horas para sacar muy poca cantidad de manteca. Entonces las llamé para ver cómo podían mejorar la explotación de la manteca. Manos Unidas estaba en Ferké y les invitamos a ver lo que las mujeres hacían allí pidiéndoles ayuda para empezar un proyecto. De esta manera comenzó un gran proyecto: construimos dos edificios, compramos una gran máquina de extracción de karité…y ahora funciona estupendamente bien. Empezaron quince mujeres, y ahora en Ferké hay unas ochenta mujeres, contando a las de los pueblos cercanos que recolectan la materia prima.
Yo sigo creyendo en las cooperativas de mujeres. Mi madre no fue a la escuela y yo se cuánto ha trabajado junto a mi padre para que mis hermanos y yo estemos donde estamos. Siempre he apostado por ayudar a las mujeres porque creo que si la mujer avanza, la familia también lo hará. Ahora en Costa de Marfil hay muchas organizaciones de mujeres y tenemos que apoyarlas. La primera dama les ayuda financiando sus proyectos, y el presidente anima a integrar a las mujeres en la vida política. Por mi parte, después de trabajar con las mujeres de Ferké en el Norte, ahora estoy trabajando con las de mi pueblo, Kouakoussekro, junto a Manos Unidas para poner en marcha sus proyectos. Pero aún así, sigo comprometido con esta cooperativa y aunque este lejos, soy como un padre que sigue la evolución desde la distancia.
Las mujeres en África son una prioridad. Las niñas no tienen las mismas oportunidades que los niños para ir a la escuela, por eso la escolarización de las chicas es muy importante. Cuando educamos a una mujer, educamos a una nación. Ellas son las que van a tener hijos y van a tener mucha influencia sobre ellos. Si no has ido a la escuela, y no tienes esa apertura, ¿qué vas a compartir con tus niños?
Hay que apostar por la educación de todos los niños, incluidos los que no tienen medios para ir a la escuela. El gobierno lucha por facilitar la entrada de los niños en la escuela, pero aún así hay muchos que no pueden. Para lograr este ‘mundo nuevo’ debemos tener más educación en todos los países, ricos o pobres, pero sobre todo en los pobres. Dar la oportunidad a todo el mundo de ir a la escuela para que trabajemos juntos, con la misma fuerza.
Creo que sí que es la línea, pero lo ampliaría a los pueblos. Las personas que viven en los pueblos. La población rural siempre es más pobre, además de las mujeres y los niños hay que pensar sobre lo que podemos hacer en los campos, en las áreas rurales, que generalmente son las más pobres y abandonadas. Hay que mejorar sus condiciones de vida, allí por ejemplo la mayoría no tiene agua corriente.