El papa Francisco: “Se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana”

El padre Antonio Spadaro, director de “La Civiltà Cattolica”, realizó los días 19, 23 y 29 de agosto una entrevista al papa Francisco, que vio la luz el día 19 de septiembre en diecisiete publicaciones de la Compañía de Jesús en todo el mundo, y en la que el Pontífice aborda numerosas cuestiones significativas.

El padre Antonio Spadaro, director de “La Civiltà Cattolica”, realizó los días 19, 23 y 29 de agosto una entrevista al papa Francisco, que vio la luz el día 19 de septiembre en diecisiete publicaciones de la Compañía de Jesús en todo el mundo, y en la que el Pontífice aborda numerosas cuestiones significativas.

“Yo sueño con una Iglesia madre y pastora”, dice, entre otras cosas. “Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes”.

El Papa afirma que “el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios clérigos de despacho. Los obispos, especialmente, han de ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, de modo que nadie quede atrás, así como de acompañar al rebaño, con su olfato para encontrar veredas nuevas”.

“En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente”. Y añade: “El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.

"Dios está en la vida de toda persona"

“Es verdad –señala- que tenemos la tentación de buscar a Dios en el pasado o en lo que creemos que puede darse en el futuro. Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios concreto, por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios. Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo bárbaro acaban generando en la Iglesia deseos de orden, entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que buscar a Dios en nuestro hoy”.

Añade:

 “Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la seguridad doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras. Por mi parte, tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de toda persona. Dios está en la vida de cada uno. Y aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida, Dios está en su vida. Se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana. Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en el que puede crecer la buena semilla. Es necesario fiarse de Dios”.

Encontrar un nuevo equilibrio

El Papa habla también de los divorciados vueltos a casar y de las parejas homosexuales, y señala: “hay que tener siempre en cuenta a la persona”.

“En Buenos Aires –relata- recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos heridos sociales, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el catecismo”.

Igualmente, dice:

“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.

“Las enseñanzas de la Iglesia, continúa, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado el conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente. El anuncio misionero se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús”.

Y concluye este punto con la siguiente expresión:

“Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales”.

Ampliar los espacios de la presencia femenina

El Papa responde también a una pregunta sobre la presencia de la mujer en la Iglesia, y dice que “es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del machismo con faldas, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas, que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia”.

De los organismos vaticanos, recuerda que son instancias de ayuda y de mediación, no de censura, ni órganos gestores:

“Los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: tienen que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura. Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores”.

Sin gente no puedo vivir

A lo largo de las 27 páginas de la entrevista, el Papa explicita cuales son las figuras jesuíticas, los escritores, músicos y películas a los que se siente más próximo; hace la confidencia de que cuando se dio cuenta de que podía llegar a ser elegido Papa, el día 13 de marzo durante la comida, “sintió que le envolvía una inexplicable y profunda paz y consolación interior, junto con una oscuridad total que dejaba en sombras el resto de las cosas”. Estos sentimientos le acompañaron hasta su elección. Se describe a sí mismo con las siguientes expresiones: “Bueno, quizá podría decir que soy despierto, que sé moverme, pero que, al mismo tiempo, soy bastante ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro y siento más verdadera es esta: Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos”.

Una imagen de Iglesia que le complace, señala igualmente, es “la de pueblo santo, fiel a Dios”. La Iglesia con la que debemos sentir, dice, “es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas”.

A la pregunta de ¿por qué se hizo jesuita?, el Papa Francisco responde que de la Compañía le impresionaron tres cosas: “su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato. Pero su disciplina, su modo de ordenar el tiempo, me ha impresionado mucho. Y, después, hay algo fundamental para mí: la comunidad. Había buscado desde siempre una comunidad. No me veía sacerdote solo: tengo necesidad de comunidad. Y lo deja claro el hecho de haberme quedado en Santa Marta: cuando fui elegido ocupaba, por sorteo, la habitación 207. Ésta en que nos encontramos ahora es una habitación de huéspedes. Decidí vivir aquí, en la habitación 201, porque, al tomar posesión del apartamento pontificio, sentí dentro de mí un ‘no’. El apartamento pontificio del palacio apostólico no es lujoso. Es antiguo, grande y puesto con buen gusto, no lujoso. Pero en resumidas cuentas es como un embudo al revés. Grande y espacioso, pero con una entrada de verdad muy angosta. No es posible entrar sino con cuentagotas, y yo, la verdad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás”.

A la pregunta de  qué aspecto de la espiritualidad ignaciana le ayuda más a vivir su ministerio, contesta que ese aspecto es el discernimiento, y que le impresionó especialmente una máxima con la que suele describirse la visión de San Ignacio:  no tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño. “Es hacer las cosas pequeñas de cada día con el corazón grande y abierto a Dios y a los otros. Es dar su valor a las cosas pequeñas en el marco de los grandes horizontes, los del Reino de Dios”.

Sobre esta misma cuestión del discernimiento dice también:

“Son muchos […] los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo del discernimiento. Y a veces, por el contrario, el discernimiento nos empuja a hacer ya lo que inicialmente pensábamos dejar para más adelante. Es lo que me ha sucedido a mí en estos meses. Y el discernimiento se realiza siempre en presencia del Señor, sin perder de vista los signos, escuchando lo que sucede, el sentir de la gente, sobre todo de los pobres. Mis decisiones, incluso las que tienen que ver con la vida normal, como el usar un coche modesto, van ligadas a un discernimiento espiritual que responde a exigencias que nacen de las cosas, de la gente, de la lectura de los signos de los tiempos. El discernimiento en el Señor me guía en mi modo de gobernar”.

Vivir en un laboratorio

Otras afirmaciones que el Papa hace en esta entrevista son:

• “Nos acecha siempre el peligro de vivir en un laboratorio. La nuestra no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas”.

• “Hay normas y preceptos eclesiales secundarios, una vez eficaces pero ahora sin valor ni significado. Es equivocada una visión monolítica y sin matices de las doctrina de la Iglesia”.

• “Las mismas formas de expresión de la verdad pueden ser múltiples, es más, es necesario que lo sean para la transmisión del mensaje evangélico en su significado inmutable”.

• “La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ¡Jesucristo te ha salvado!”

• “El pensamiento de la Iglesia debe recuperar genialidad y entender cada vez mejor la manera como el hombre se comprende hoy, para desarrollar y profundizar sus propias enseñanzas”.

• “Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el Papa. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del Sínodo, porque la actual me parece estática. Eso podrá llegar a tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos”.

•  “Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo”.

•  “En el fondo, cuando deseamos encontrar a Dios nos gustaría constatarlo inmediatamente por medios empíricos. Pero así no se encuentra a Dios. Se le encuentra en la brisa ligera de Elías”.

• “Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien  propio. Los grandes guías el pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas, hemos de ser humildes. En todo discernimiento verdadero, abierto a la confirmación de la consolación espiritual, está presente la incertidumbre”.

•  “Sé que el Señor me tiene en su memoria. Yo puedo olvidarme de él, pero yo sé que Él Jamás se olvida de mí”. 

El texto entero en castellano de esta entrevista puede encontrarse en las revistas “Mensaje” y en “Razón y fe

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