«Si hay que volver a empezar, siempre será desde los últimos» (FT, 235).
Texto de Fidèle Podga. Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas.
Del 17 de febrero al 7 de marzo de 2023, tuvimos en Yaundé (Camerún) un encuentro con un grupo de socios locales de Manos Unidas. Después de una ausencia en terreno obligada por la pandemia, la finalidad era retomar el contacto más directo; «volver a empezar» en un país que ha visto empeorar las condiciones de vida de buena parte de su población en los últimos años.
El encuentro, con presencia de la parte anglófona y francófona del país, se celebró en el centro de acogida de las Carmelitas de Santa Teresa en Nkolbisson. Con una participación diaria de 30 personas, tuvimos allí la primera fase del encuentro que pretendía reencontrarnos para seguir nuestro trabajo, estando más atentos a «los últimos» cuyo número aumentó, en parte, a causa de la propia pandemia.
Así, nuestra reflexión compartida con los socios locales abordó cuatro núcleos temáticos. El primero consistió en conectar tres documentos: la Agenda 2030, que se propone «llegar primero a los más rezagados»; la Fratelli Tutti que nos invita a estar «sobre todo con los últimos» y una encuesta del Gobierno camerunés (ECAM2014) que reconoce que, en general, los últimos del país están en el mundo rural y se concentran en cuatro regiones del país: Adamaua, norte, extremo norte, este y el noroeste anglófono.
La segunda temática quiso aterrizar ese trabajo «desde los últimos» en nuestros sectores de cooperación. La estrategia escogida fue asumir un enfoque de derechos que parte del reconocimiento de la dignidad de los últimos, apuesta por su capacitación, integra la incidencia política y se abre a la sinergia con otros actores de desarrollo. La siguiente cuestión fue el Marco Lógico, con la especial inquietud de incorporar en él la protección de los derechos de los más vulnerables. En este capítulo, los socios hicieron notar que se encuentran, generalmente, no ante un árbol de problemas, sino ante un bosque de problemas. De ahí la urgente necesidad de trabajar a medio y largo plazo, desde esa visión plurianual que exigen los procesos de desarrollo. Finalmente, trabajamos el nuevo modelo de justificación económica que, aunque es una importante herramienta de seguimiento, resultó compleja, planteada desde la perspectiva de «los últimos» sin gran solvencia tecnológica.
Concluida esta fase teórica, pasamos a los trabajos específicos en terreno. Fueron momentos tremendamente dolorosos porque se trataba de salir de la comodidad del centro para enfrentarnos a un mundo sin piedad, donde «los últimos» adquieren rostros concretos. Así, resulta difícil olvidar a esas mujeres, niñas y niños de Marua atrapados en las garras del hambre crónico por falta de lluvias. Sigue todavía presente el rostro de ese socio local de Yassa que cuenta la reciente muerte de una niña prematura porque su madre no pudo pagar el acceso a una incubadora.
Me conmueve todavía más pensar que países como Sudán del Sur, Chad, Níger, República Centroafricana, están en peor situación. En fin, esa es también nuestra realidad, más allá de las grandes cifras macroeconómicas. Ante ella: «Simplemente hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso. En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros? Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo» (Fratelli Tutti, 70).
Artículo publicado originalmente en el número 221 de la revista oficial de Manos Unidas.
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