En Honduras, los activistas y los jóvenes pobres corren serio peligro

Así lo asegura un informe presentado ante el Comité contra la Tortura de la ONU.

Entrevista con Carlos Paz, director de Cáritas Honduras, para comentar los resultados del Informe alternativo.

La violencia se ceba con los defensores de derechos humanos y con los jóvenes de barrios pobres de Honduras

Las organizaciones Cáritas Honduras, el Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura y sus Familiares, la arquidiócesis de San Pedro Sula, con el acompañamiento de la Organización Mundial Contra la Tortura y el Consejo Internacional para la Rehabilitación de Víctimas de Tortura (IRCT), presentaron un informe alternativo al Comité contra la Tortura de Naciones Unidas con el fin de denunciar las violaciones a derechos humanos cometidas en el país centroamericano.

Desde 2016, Manos Unidas apoya a la Pastoral Social Cáritas Honduras en un programa de defensa y promoción de los derechos humanos en siete municipios de la diócesis de San Pedro Sula. El proyecto nace debido a los altos niveles de violencia que afectan a defensores medioambientales y de derechos humanos, pueblos indígenas, mujeres, niños, jóvenes, migrantes, líderes, campesinos, periodistas, trabajadores de la comunicación y operadores de justicia.

Esta violencia se debe a varios factores: el crimen organizado y el tráfico de drogas, el reclutamiento de niños y adolescentes por parte de las maras; una mala respuesta judicial que conlleva la impunidad, la alta corrupción política y los altos niveles de pobreza y desigualdad.


Una niña ayuda a levantarse a su amiga, que acaba de resbalar por el terreno húmedo.

El documento recoge múltiples violaciones a los derechos humanos como desapariciones forzadas, tortura, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, abusos durante allanamientos de morada sin orden judicial e implantación de pruebas falsas. Para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la alta inseguridad que se vive en el país proviene del mismo cuerpo policial y de la policía militar a través del uso ilegítimo de la fuerza.

En 2023, se registraron al menos 363 ataques en contra de activistas sociales y 17 asesinatos.

109 muertes bajo custodia

El estado de excepción, decretado hace dos años, suspendió los derechos de libertad personal, libertad de asociación, reunión y circulación, entre otros derechos fundamentales, además de otorgar facultades a la policía para realizar detenciones y allanamientos sin orden judicial. Los centros penitenciarios también se encuentran bajo el control de las Fuerzas Armadas y, desde 2017, se han documentado alrededor de 109 casos de muertes bajo custodia, de las cuales el 47 % corresponde a mujeres privadas de libertad.  Por otro lado, la situación que enfrentan las personas defensoras de derechos humanos es altamente preocupante.


Imagen pixelada de varios agentes de la policía de Honduras.

El informe alternativo presentado por las organizaciones es muy denso y detallado y da cuenta, como afirma Paz, «que estos años no han permitido al Estado hondureño salir de la violencia heredada de años de dictadura y corrupción».

 

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