Entrevistamos a Joseph Mafokozi, uno de los interlocutores esenciales entre el obispado de Bubanza y Manos Unidas en la financiación de uno de nuestros proyectos en la diócesis de Bubanza, Burundi #ConexiónBurundi.
Unos días antes de que comience el Viaje de Medios de Manos Unidas a Burundi junto a nuestra Presidenta, Soledad Suárez (#ConexionBurundi), hemos podido entrevistar a Joseph Mafokozi, (o como a él le gusta presentarse e España, Pepe o Pepeillo). Este profesor titular en el Departamento de Métodos de Investigación de la Facultad de Educación dela Universidad Complutense de Madrid ha sido también el interlocutor y mediador entre el obispado de Bubanza y Manos Unidas para la financiación de uno de los proyectos que nuestra ONGD realiza en dicha diócesis. Allí hemos construido y equipado escuelas rurales por un importe de más 180.000 euros y beneficiado directamente a más de 2.000 pequeños.
Por Marta Isabel González y Denise Díaz - Manos Unidas
Burundi es un país que ha sufrido doce años de guerra civil (1993-2005), el octavo país más pobre de África y el décimo con IDH más bajo del mundo. Pero el testimonio de Mafokozi nos transmite, además de una vida de esfuerzo y exilio de su país natal, parte de esa esperanza y confianza en una vida mejor que viven millones de personas en el llamado “país invisible” del Centro de África.
Yo nací en Burundi en 1951, en Musigati, una pequeña aldea de la provincia de Bubanza. Mis padres, como a muchos chicos de la zona, me decían “tu eliges: el arado o el bolígrafo”. Y yo elegí el bolígrafo. Al finalizar la educación primaria nos hacían un examen. A los mejores los jesuitas les ofrecían la posibilidad de estudiar secundaria en la capital, en Bujunbura. Y yo fui uno de ellos. Después, me concedieron la beca para estudiar la carrera universitaria en España y en 1971 aterricé aquí. Sólo sabía que España estaba en Europa. Nada más. En 1972 tuvo lugar una de las más crueles masacres contra los hutus en Burundi. De haber estado allí probablemente no estaría vivo.
Cuando acabé el periodo universitario y quise renovar mi pasaporte el gobierno de mi país me lo negó así que en 1977 pasé a ser refugiado político, uno de los primeros mil, concretamente el nº 741. En 1985 me casé, mi mujer es española y tenemos un hijo y una hija. Sólo he podido regresar a Burundi 35 años después, en 2007 y siempre como español, nacionalidad que tengo desde 1988. No tengo pasaporte o documentación burundesa y cuando voy tengo que pedir visado.
Cada vez que voy lo veo avanzando, un paso tras otro, poco a poco. A mi me gustaría que fuera más de prisa, pero no hay manera. Al ser el décimo país más pobre del mundo, lo que dice mi amigo José LuisGaviria, uno de mis colaboradores en los proyectos que realizamos con la Complutense:
Se ve que no hay diferencias entre los muy ricos y los muy pobres, sino que todos más o menos son igual de pobres.
Y así es. Todos son igual de pobres. Incluido el obispado. La Iglesia católica allí tiene un papel muy importante, y es una de las instituciones que goza de mayor respeto y prestigio. Pero es una Iglesia muy pobre también.
En el año 2009, mihermano gemelo, albañil en Burundi y algunas otras personas de Bukinga, en la provincia y diócesis de Bubanza, solicitaron la construcción de una escuela. Yo les dije que haría lo que pudiera, pero que no les podía garantizar nada, por los problemas económicos y la crisis que ya se vivía en España y porque él sólo no podía hacer nada. Era necesaria una voz representativa y que fuera identificable fuera de Burundi y la mejor opción era la Iglesia. Me acerqué al obispado de Bubanza y hablé con Salvador Masabo, Secretario Ejecutivo del BDD (Bureau Diocésain de Dévéloppement-Oficina de Desarrollo de la Diócesis). Le expliqué la situación y nos apoyó y él fue quien me dio la documentación para presentar el proyecto a Manos Unidas. Es una escuela que acoge a unos 600 alumnos y está muy bien construida, porque las escuelas que construye el Estado son de peor calidad, más endebles, pero las que construye Manos Unidas son mejores, con más recursos y sólidas.
Burundi además es un país muy joven, lo que plantea otro gran reto de cara al futuro. Es un país pequeño con una galopante explosión demográfica, así como pocos recursos. Esta mezcla va a exigir una gran capacidad de previsión para poder encauzar bien el sistema educativo. Y es que el problema educativo de Burundi no es cosa de una sola zona y de la necesaria construcción de escuelas rurales, sino que el sistema educativo, en un sentido global, es el que necesita mejorar. Con estos proyectos que financia la UCM afrontamos la formación del profesorado. En 2011 formamos a 150 profesores de educación secundaria en distintos ‘municipios’ de Burundi y al terminar el curso con un cuestionario pudimos ver su evolución. Hoy en día, nos dan las gracias por la formación recibida. Al principio les preguntamos si estaban dispuestos a pasar el resto de su vida dando clase. Entorno al 60% decía que sí. Al terminar el curso, esa cifra ascendió al 80%. Son profesores que trabajan con adolescentes, así que hay que dejarles claro a qué se enfrentan cuando dan clase. Además, les ayudamos a preparar las clases de manera sencilla, a entender la concepción del educando, y cómo se comporta ese educando en relación a los distintos contenidos explicados. Asimismo, intentamos concienciarles de la necesidad de potenciar la igualdad de género y evitar la corrupción.
Esos Objetivos son una primera etapa, hay que seguir. A mi me preocupa que las personas que reciben ayuda tengan la tentación de dejar siempre la mano abierta para recibir. Me parece positivo que todas las ayudas que se realizan, así como lo hace Manos Unidas, de alguna manera pidan un esfuerzo a las personas y organizaciones contrapartes y socios locales, un compromiso. Si no tienen dinero, que se comprometan con el trabajo y esfuerzo. La cuestión no es sólo, como dice la cita popular “no dar el pez, sino enseñar a pescar” pero también es imprescindible que las personas quieran aprender a pescar. Que hagan un esfuerzo. Con la Universidad Complutense de Madrid (web del proyecto) han realizado ya dos proyectos de formación de profesorado y en ellos también piden que las personas hagan un esfuerzo.
El año pasado hemos logrado firmar tres convenios de colaboración entre la UCM y la Dirección Provincial de Educación de Bubanza, de manera que los estudiantes de Pedagogía, Educación Primaria y Educación Social puedan ir a Burundi a hacer prácticas e ir a la provincia de Burundi. En el viaje que vamos a realizar próximamente ya van dos estudiantes. Y bueno, mi idea de cara al futuro es un poco “loca” y es que la provincia de Bubanza, que ahora mismo está en el puesto 14 a nivel educativo de 17, logre estar si no la primera, entre las primeras. Y claro, eso supone darle la vuelta a todo el sistema educativo provincial. Pero ese es mi sueño. Y espero poder lograrlo, poquito a poco, paso a paso.