Ante la próxima publicación de la encíclica “Laudato sii”, iniciamos, desde hoy, y hasta el 17 de junio, el especial “7 pistas para leer la encíclica”, con contenidos que aportarán las enseñanzas del magisterio de la Iglesia, documentación especializada, ejemplos del trabajo de Manos Unidas en el Sur para el cuidado del planeta, y propuestas para cambiar los estilos de vida que destruyen nuestra tierra.
El próximo día 18 conoceremos el contenido de “Laudato Sii” (*), la segunda encíclica escrita por Francisco durante su pontificado, y que tiene al cuidado de la Creación como tema central. Durante los dos años que Francisco lleva al frente de la Iglesia Católica, el Santo Padre no ha dejado de insistir en la importancia del cuidado del medio ambiente, y en la protección de la Tierra como casa común de todos los seres humanos. Llamamiento que ha hecho llegar no solo a la comunidad creyente, sino a todos los actores implicados, directa o indirectamente, en la situación actual del mundo en el que vivimos, y que deja sin alimento a 795 millones de personas: gobiernos, empresas, instituciones…
En espera del texto definitivo de la encíclica, en Manos Unidas comenzamos, desde hoy, un especial titulado “7 pistas para leer la encíclica”, el cual irá preparando su lectura a través del relato bíblico de la Creación, con contenidos seleccionados que mostrarán, en fichas diarias, las enseñanzas del magisterio de la Iglesia, documentación especializada, ejemplos del trabajo para cuidar el planeta que Manos Unidas apoya en el Sur, y propuestas para cambiar los estilos de vida que destruyen nuestra tierra. Estas pistas se publicarán, cada día, hasta el 17 de junio, en esta web y en las redes sociales de la organización.
Y así llegaremos al 18 de junio, día en el que daremos a conocer el contenido íntegro de “Laudato Sii”, publicando también, en los días posteriores, la valoración del texto por parte de Manos Unidas.
Nuestra generación es testigo del gran progreso que ha alcanzado la humanidad, un desarrollo de posibilidades de todo tipo que ha causado, sin embargo, la degradación de nuestro medio ambiente, provocando desequilibrios muy graves. Además, estos desajustes han afectado de modo directo a las personas que menos recursos tienen, y así se calcula que 7 de cada diez personas no tienen acceso a recursos básicos para mantener una vida saludable.
En nuestros 56 años de trabajo apoyando el desarrollo de las poblaciones más pobres, constatamos que, para la defensa de la dignidad y los derechos humanos, y sobre todo para la lucha contra el hambre, es necesario que los recursos naturales estén disponibles y que las personas puedan utilizarlos para alimentarse y construir su propio futuro.
La comunidad internacional ha reconocido, en diferentes convenciones y acuerdos, la gravedad de los problemas que han generado el desbocado aprovechamiento de los recursos materiales, así como la contaminación del agua y del aire. Pero todos los compromisos adoptados hasta ahora no han sido efectivos, por la falta de instrumentos jurídicos más eficaces y por la prevalencia de ciertos intereses económicos, que solo benefician a unos pocos.
El cuidado de la Creación es una obligación moral que nos implica a todos. Sabemos que nuestro modo de vivir, basado en el consumismo y el individualismo, contribuye a la degradación de nuestra “casa común” y a que los más pobres lo sean cada vez más, porque los recursos naturales de los que depende su propia existencia estén cada vez menos disponibles. Nuestros estilos de vida pueden cambiar para ser más sostenibles, es decir, más respetuosos con las generaciones futuras.
Proteger los ambientes naturales exige también cuidar el ambiente en el que las personas desarrollan su vida: la familia, la comunidad, la vida social, el trabajo, la educación, la participación política. Cuidar el medio ambiente, y cuidar la familia humana, son dos aspectos indisociables de nuestro compromiso por la construcción de un mundo de justicia y de paz.
(*): Laudato sii está tomado del Cántico de las Criaturas compuesto por san Francisco de Asís en dialecto umbro, a finales del año 1224 o principios del 1225, poco antes de su muerte. Francisco se encontraba enfermo y casi ciego, fuertemente decepcionado por la marcha de la orden que había fundado, solo y atormentado.
En una noche de tormento salió de su choza y elaboró el cántico como expresión de alabanza a todas las criaturas terrenales así como a las fuerzas de la naturaleza. El texto contiene además algunos elementos de la lengua latina, toscana e italiana. Es considerado como una de las primeras obras escritas en lengua italiana. De acuerdo con la tradición, este cántico fue entonado por primera vez por el propio san Francisco de Asís y por los hermanos León y Ángel, dos de sus compañeros más cercanos.