Así lo afirmó Jose Cobo, cardenal arzobispo de Madrid, durante la Jornada Nacional.
Ni el frío ni la lluvia impidieron un lleno total en la parroquia de la Virgen del Mar, en el madrileño barrio de San Blas. A las 10 de la mañana, los feligreses esperaban expectantes la llegada de monseñor Jose Cobo, cardenal arzobispo de Madrid, encargado de oficiar la ceremonia. Esta fue retransmitida por La 2 de RTVE en el espacio «El Día del Señor».
«Para el hambre, no hay plan B», afirmó rotundo el cardenal arzobispo de Madrid al comienzo de la homilía. Y, tras explicar cómo Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra con el encargo de poblarla y administrar su tesoro, denunció que pronto los seres humanos «sucumbimos a la tentación de ser como dioses y nos colocamos por encima del bien y del mal». Y eso, aseguró, «fue el comienzo de nuestras desgracias».
Monseñor Cobo manifestó que los seres humanos «hemos puesto en riesgo nuestra supervivencia y nuestra casa común» al poner en el centro nuestras metas, nuestra técnica y nuestras «pobres miras».
De esta manera, el arzobispo de Madrid alentó a actuar contra la injusticia climática que padecen muchas personas, especialmente en zonas empobrecidas de nuestro planeta. Y se detuvo en la «persistente sequía», que obliga a mucha gente a desplazarse por falta de alimentos, de salud, de vivienda o de vida digna.
«Son los refugiados climáticos, una categoría que, lamentablemente, no cuenta todavía con estatus legal, que nos pone delante a los que viven fuera, a los olvidados y muchas veces cuestionados».
Monseñor Cobo se refirió también a la encíclica Laudato si’ con la que el Papa «toma partido por la ecología integral, que es mucho más que una mera opción por lo verde». «Una opción –explica– que nos vincula al sufrimiento y al hambre de muchísimas personas y que nos pone delante las enfermedades y las muertes trágicas, la hambruna y los desplazamientos forzosos en muchísimos casos evitables».
«Los pueblos del Sur juzgarán a los pueblos del Norte». El cardenal Cobo citó a san Juan Pablo II para referirse a la fractura de desigualdad «cada vez más evidente». «Por eso –aseguró el prelado–, hay que insistir, como hace Manos Unidas, en el concepto de injusticia climática, que no es un esnobismo de última hora, sino que supone vincular el cuidado que debemos a todos los seres humanos –especialmente a los enfermos y vulnerables– con el cuidado que merece la obra creadora de Dios».
Ese cuidado de la tierra para el arzobispo de Madrid no es una cuestión novedosa para nuestra tradición religiosa, sino que «tiene que ver con la teología más básica de la creación y también con el anhelo de cuidar de la obra de Dios».
«No hay nada peor que la actitud indolente y la indiferencia, por eso Manos Unidas nos convoca a cambiar nuestros estilos de vida», expuso José Cobo para explicar que vivimos en «una cultura utilitarista, extremadamente negligente con el cuidado de la vida en toda su extensión, que no tiene escrúpulos en maltratar y sobreexplotar al planeta instalados en una cultura individualista y del descarte».
Pero, para el Cardenal Cobo, es posible la esperanza porque el efecto ser humano «va para adelante». «Somos la única especie capaz de cambiar el planeta, porque, además de naturaleza, tenemos historia y, sobre todo, porque somos criaturas capaces de ser tocadas por la gracia de Dios, que hace posible que cambiemos eso, frente a una actitud depredadora del planeta», concluyó.