Ayer viernes, 5 de octubre, tuvo lugar en Madrid el homenaje a Pilar Bellosillo, impulsora de la creación de Manos Unidas en España y laica auditora del Concilio Vaticano II, de cuya sesión de apertura el 11 de octubre se cumplen ahora 50 años.
Presentado por Araceli Cavero, presidenta-delegada de Manos Unidas en Huesca, el sencillo acto contó con numerosas intervenciones que resaltaron la figura de Pilar, tanto a nivel humano como de su importancia dentro de la Iglesia.
Durante la mañana, varios testimonios contribuyeron a dibujar la semblanza de la homenajeada:
Mª Giovanna Ruggeri, presidenta de la UMOFC (Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas), comentó que Pilar Bellosillo fue una extraordinaria presidenta de la UMOFC, atenta a las necesidades de la Iglesia y del Estado, que hizo vida el lema de la organización, “amor en acción”, sobre todo para las mujeres y los niños, los más vulnerables, tanto en países ricos como pobres.
Eva Gómez-Pina, ex Presidenta de Acción Católica, recordó cómo Pilar Bellosillo “no defendió de forma aislada los derechos de la mujer, sino que los englobó en un sentido genérico de igualdad, bajo el principio evangélico de la igualdad entre sexos”.
Belén Bellosillo (sobrina de Pilar), recordó con cariño a su tía. “Aunque sabíamos que era muy especial, siempre la veíamos a ras de tierra. Imponía poco y exponía mucho, y era extremadamente modesta. Para ella, todo lo que hacía era “obra de Dios”, dijo.
Carmen de Miguel, ex Presidenta de Manos Unidas, hizo hincapié en la importancia vital que Pilar Bellosillo tuvo para que las mujeres de Acción Católica asumieran el manifiesto de la FAO y naciera la primera Campaña Contra el Hambre, en un país como España, que en aquel momento todavía era considerado un país en vías de desarrollo y fue ayudado por el Banco Mundial de Alimentos hasta 1977.
Tras los testimonios, tuvo lugar la rueda de prensa, en la que participaron Myriam García Abrisqueta, presidenta de Manos Unidas, Giovanna Ruggeri, presidenta de la UMOFC, e Higinio Junquera, presidente de Acción Católica.
Finalizada la rueda de prensa se presentaron dos ponencias con el Concilio Vaticano II y su trascendencia como nexo común.
En la primera, titulada “El Concilio Vaticano II y su trascendencia en la vida de la Iglesia”, D. Santiago Madrigal, habló sobre el por qué del Concilio, su núcleo doctrinal, el punto en el que se desarrolló dentro de la historia secular de los Concilios, y los aspectos más discutidos del mismo.
“El Concilio Vaticano II fue el Concilio de la reforma, no de la revolución. Se abandonó el inmovilismo, con reformas pero dentro de la fidelidad a la vocación de Cristo, diferenciando entre lo esencial de la Iglesia, lo “intocable”, y las formulaciones históricas necesarias. Una profunda reforma dentro de una profunda fidelidad”, dijo.
Y concluyó diciendo: “hoy, la Iglesia está enviada a una sociedad más desértica que en época del Concilio Vaticano II. Pero “nadie puede decir qué debe hacer la Iglesia sino sabe antes qué es la Iglesia”.
Por su parte, Teresa Rodríguez de Lecea, en su ponencia titulada “Contribución de las mujeres al Concilio Vaticano II y a la Iglesia”, recordó cómo el Concilio dejó entrar a mujeres auditoras a partir de la tercera sesión, cuando alguien dijo: “¿Cómo podemos hablar de dignidad de las mujeres si no hay ninguna aquí, si la mitad de la humanidad no está presente?”
Y citó las valientes palabras de Pilar Bellosillo durante la intervención que tuvo en la discusión del esquema 13 al decir: “No hablen de las mujeres como flores o estrellas, sino como personas humanas”. Y es que una de las dificultades era romper con un lenguaje que tenía muchos siglos de vigencia.
Tras la comida tuvo lugar la última ponencia de la jornada, a cargo de Lourdes Azorín, y titulada “Desafíos de las mujeres cristianas hoy”. Finalmente se celebró una Eucaristía de acción de gracias en la Parroquia de Los Jerónimos, oficiada por el viceconsiliario de Manos Unidas, D. Jesús Vidal.