Pikine, la localidad más poblada de Senegal, se encuentra a unos 20 kilómetros de Dakar. Es una enorme ciudad dormitorio que ha crecido de forma precipitada, formada por 16 barrios donde se agolpan más de un millón de personas. Sam Sam es uno de ellos: allí viven unas 1.200 familias; la gente más desfavorecida de la sociedad. Decir que es un barrio marginal es decir poco. Las familias abandonaron la pobreza del campo buscando oportunidades de trabajo en la ciudad y lo que han encontrado es una realidad más dura todavía: la miseria urbana.
En Sam Sam no hay trabajo. El paro y el analfabetismo son superiores a la media del país. El Estado es el primero que parece tener abandonados a sus habitantes ya que no hay casi ninguna infraestructura sanitaria ni educativa. La principal preocupación de las familias es conseguir diariamente los alimentos básicos para subsistir. Es una barriada conflictiva. La gente va llegando y se instala donde puede, en cualquiera de las casas abandonadas donde nadie les pide explicación. No es como en el pueblo, aquí no se conocen unos a otros. Desconfían.
En este lugar vive Regina desde hace 15 años. Una dama solitaria que está revolucionando el barrio con su dinamismo y su capacidad de poner en marcha proyectos. Proyectos que cambian la vida de las personas, como si las tocara con una varita mágica. Regina pertenece a las Hijas del Niño Jesús, conocidas como las «Damas Negras». Durante 22 años estuvo en Camerún, luego pasó por Senegal y, después, por Barcelona hasta que convenció a su congregación que donde más falta hacía era en África. Llegó a Sam Sam y desde entonces es ahí donde está entregada a su misión de luchar contra la miseria y trabajar para que la gente logre salir adelante con toda su dignidad.
El compromiso de Regina no pasa inadvertido. Una mujer que convence con su ejemplo y su energía y que está logrando cambiar el barrio. Tiene la capacidad de contagiar su entusiasmo y poner a trabajar a toda persona que se acerque. En el barrio es una más. Los niños la paran por la calle y ella les saluda en la lengua local. Siempre rodeada de gente joven, a sus 73 años le sobra dinamismo y vitalidad. Lo primero que hizo fue, de la mano de los Escolapios y con la ayuda de Manos Unidas, construir un centro en el corazón del barrio para chicas jóvenes, entre 15 y 20 años, que nunca fueron a la escuela. Sin formación ni aspiración de futuro, la mayoría de ellas se dedicaba a ayudar a sus familias en las tareas domésticas: limpiar, lavar la ropa, cocinar. Su única salida era esperar un matrimonio concertado por los padres para seguir viviendo una vida sin posibilidades.
En el centro Kalasanz reciben una formación de tres años a lo largo de los cuales aprenden a coser, bordar, a leer y escribir, a hablar francés, así como informática y educación en valores. Luego, hacen un curso puente para incorporarse al mercado laboral. Para poder hacer frente a los gastos de inscripción y escolaridad han montado un sistema de becas para que nadie se quede fuera. El centro cuenta también con una escuela de restauración donde otras chicas aprenden a cocinar y servir la mesa, una pequeña lavandería que les hace la vida más fácil y que les permite ganar un poco de dinero y, además, un molino con el que fabrican harinas enriquecidas para los bebés malnutridos o los ancianos.
En el barrio de Sam Sam las inundaciones son frecuentes debido a la falta de infraestructuras. En este barrio se encuentra el centro Kalasanz del que es responsable desde hace 15 años la hermana Regina.
A Regina le faltan horas en el día para todos los proyectos que tiene en la cabeza para ayudar a su gente. Tan pronto convence a los chicos del barrio a que arrimen el hombro para achicar el agua del lago que inunda sus calles, como consigue poner de su lado a las autoridades locales para construir un dispensario con el apoyo de médicos de Elche, Toubabs Team y Manos Unidas. Lo que ayer era un estercolero va camino de convertirse en un huerto… Y ya está pensando en una cooperativa textil para sus chicas…
Conocerla es rendirse ante su dinamismo y empuje. Su mayor logro es que está consiguiendo convencer a la gente de que pueden cambiar su futuro, que pueden vivir una vida digna. Y en un lugar donde nadie tiene nada, ni siquiera esperanza, esta mujer está logrando un cambio.
Texto de Marisa Muñoz-Rojas, Departamento de Proyectos de África.
Este artículo fue publicado en la Revista de Manos Unidas nº 203 (junio-septiembre 2017).