En octubre del año pasado tuvieron lugar los viajes formativos que anualmente realizamos en Manos Unidas. En esta ocasión, tres grupos compuestos por personas de las Delegaciones y los Servicios Centrales viajaron a Ecuador, Ruanda y Camboya, para conocer de primera mano algunos de los proyectos que apoya la Organización y, lo más importante, para escuchar a las personas protagonistas de esos proyectos: las comunidades con las que trabajamos y nuestros socios locales.
El pasado 29 de septiembre un grupo de cuatro personas de las Delegaciones de Manos Unidas y dos personas de los Servicios Centrales emprendimos viaje rumbo a Camboya para visitar ocho proyectos enmarcados en cuatro grandes áreas de trabajo. Fueron muchas vivencias y en este pequeño texto sería imposible condensar todo lo que allí pasó, así que nos centraremos en un solo aspecto: los niños, los más vulnerables.
De camino a Battambang nos detuvimos en la localidad de Poipet, fronteriza con Tailandia, para visitar los proyectos que Manos Unidas trabaja con la contraparte Gota de agua para garantizar la atención a 1.300 menores en situación de riesgo para que tengan una educación y una vida digna. Los trabajadores sociales recogen a los niños en la calle, la mayoría víctimas de las drogas y la mendicidad y los llevan al centro social. Allí se les facilita la realización de actividades deportivas, como fútbol y natación, para que disfruten de momentos de ocio. Estos niños reciben una una formación adaptada a su situación, con el fin de que vayan estudiando sus cursos de Primaria y posteriormente reintegrarse a la escuela.
El proyecto cuenta, además, con un dispensario y una doctora. Al estar junto a la frontera con Tailandia, también disponen de un centro de acogida para niños repatriados, o “devueltos en caliente”, es decir, los que devuelven en camiones cuando son detenidos nada más cruzar la frontera.
Según Pilar Simón, de la Delegación de Guadalajara, “nos dimos cuenta de que es una asociación muy bien organizada y profesional con un alto conocimiento de la situación de la infancia, que está ayudando a que los niños recuperen su dignidad. Ha sido muy gratificante ver cómo decenas de pequeños que han venido de la nada tienen ahora el acceso a la educación, a la sanidad, al mundo laboral y, en definitiva, a un futuro”.
Texto de las Delegadas de Cuenca, Guadalajara, Jaén y Jerez.
Impacta llegar hasta aquellas latitudes, respirar nuevos aires, probar nuevos alimentos, escuchar el quechua, estrechar cientos de manos de personas sencillas, trabajadoras, indígenas. Mirar a los ojos de gente agradecida y esperanzada, con sus problemas reflejados en sus rostros, escuchar sus situaciones e inquietudes.
Recorrimos cuatro zonas geográficas distintas, dos de ellas en los Andes. Allí los proyectos pretenden conseguir la seguridad alimentaria de los campesinos e indígenas. Conocimos a la Fundación Kawsayta que lucha por mejorar las condiciones de vida en salud y nutrición de comunidades indígenas. Asimismo, nos entrevistamos con los equipos de la Fundación Maquita, agrupación de comercio justo que apoya el fortalecimiento de los pequeños productores en acciones comunitarias de comercialización y producción. Vimos sus cultivos del altramuz y su transformación; así como varios sistemas de agua potable y la hermosa realidad del sistema de riego en zonas antes deprimidas.
En la Costa, pudimos apreciar la construcción y equipamiento de un espacio multiuso, dirigido por las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario, en un barrio urbano-marginal, en beneficio de las mujeres y también de los niños y jóvenes a quienes se les ofrece refuerzo escolar. En varias Comunidades costeras, fuimos testigos del desarrollo económico y social que el Centro de Promoción Rural impulsa con artesanos y campesinos. Además, comprobamos la feliz realidad de las 23 viviendas construidas por Manos Unidas para las familias pobres damnificadas del terremoto del 2016.
Después de los 10 días pasados entre diversos grupos de población beneficiaria en Ecuador, hemos vuelto con energías renovadas para seguir con nuestro empeño en la lucha por erradicar el hambre, la pobreza y las causas que las producen.
Texto de María José Piñeiro. Delegación de Jaca.
Cinco personas hicimos el viaje de formación a Ruanda. Primero estuvimos en Kabuga, donde vimos cómo a 450 chicos y chicas les ha cambiado la vida el centro de formación profesional en el que ha colaborado Manos Unidas. Vimos también cómo nuestra Organización está dando apoyo a una cooperativa agrícola en la que participan 300 mujeres.
En Kampanga, barriada de familias con muchas dificultades de acceso a la educación y a la sanidad básica, visitamos las nueve aulas que se han construido con tres bloques de servicios sanitarios.
En Gisenyi, conocimos el trabajo que hacen las hijas de Maria Auxiliadora Salesianas en un centro de formación para jóvenes, financiado por Manos Unidas, en el que los alumnos se preparan en cocina, hostelería y confección.
En Kabgayi visitamos las 18 aulas, separadas en dos bloques, que se han rehabilitado y donde se imparte educación primaria y secundaria.
En Kivumu y Mugina, vimos la labor de las hermanas de la Caridad de Santa Ana, que, gracias a la colaboración de Manos Unidas, seguirán ofreciendo formación a 260 jóvenes y capacitando en formación agrícola, higiene y nutrición a 199 familias.
Por últmo, en Ruly, conocimos el trabajo de las Dominicas de La Anunciata que regentan un hospital donde Manos Unidas ha colaborado en la construcción de varios pabellones.
Texto de Olivia Herbosch, responsable de Proyectos de Manos Unidas en África Centro.