Unas palabras para recordar los viajes de formación de 2019.
Los viajes de formación de Manos Unidas son una oportunidad para conocer de primera mano los proyectos de la ONG y poder, de vuelta en España, transmitir a la sociedad la realidad de las comunidades a las que apoyamos. A continuación, tres textos que rememoran los viajes realizados entre septiembre y octubre de 2019 a Marruecos, Bolivia e Israel-Palestina.
Marruecos » Vivencias en Nador
En Nador y Oujda conocimos el trabajo de los socios locales y hemos vivido la cercanía de las personas a las que apoyamos. Nuestro viaje ha supuesto la confirmación de que hay mucha gente buena entregada a los demás y de la que se habla muy poco. Hemos comprobado en persona que la fe mueve montañas y hemos visto de primera mano los frutos de la labor de Manos Unidas, algo que es difícil de imaginar desde nuestro trabajo cotidiano en las Delegaciones.
Hemos sentido una profunda alegría al ver cómo personas de diferentes costumbres y credos se unen para una buena causa. Romper la barrera del televisor y pasar a dar la mano, abrazar, besar… nos hace ver a las personas no como una mera noticia, no como un dato o una estadística, sino como hermanos, con sus fortalezas y debilidades, con sentimientos y dudas en su corazón, que es como el nuestro, más allá de las diferencias de color de piel y costumbres.
Esta sensación de hermandad nos ha arañado el corazón dejando una cicatriz que llevaremos toda la vida. Pero no es una cicatriz para esconder sino un tatuaje como el que Dios tiene de cada uno de nosotros en la palma de su mano.
Hemos visto cómo Manos Unidas ayuda a que las madres solteras y sus hijos tengan un reconocimiento social y civil, asegurando su alimentación, escolarización y alfabetización; cómo apoya a los jóvenes en riesgo de exclusión social para que se formen adecuadamente y puedan incrementar sus oportunidades de empleo y cómo promueve el respeto de los derechos de las personas vulnerables en tránsito.
Texto de Feli Núñez, Conchita Pairet, Teresa Prada, Clara Gómez, Asun Méndez y María Londero.
Israel-Palestina » Una ventana que se abre
En nuestro viaje de formación hemos conocido de primera mano otro tipo de pobreza y hemos vivido unos días muy intensos conociendo a los múltiples socios locales con los que trabajamos en esta zona. Hemos conocido a voluntarios árabes, cristianos y judíos que, al igual que nosotros, dedican su tiempo al desarrollo y a mejorar la situación de los más desfavorecidos.
De la mano de asociaciones como Physicians for Human Rights, PARC, Kuchinate, Trust e instituciones como las Combonianas, Pontifical Mission, RWDS y Holy Family Hospital, hemos visitado los distintos proyectos que promovemos en la zona. Hemos tenido la oportunidad de hablar con las personas beneficiarias, en su mayoría mujeres, que gracias a la labor de los socios locales y el apoyo de Manos Unidas hoy pueden tener la esperanza y oportunidades de futuro que les negaron por nacer en el «lado equivocado» del muro que separa Israel de Palestina. Estas mujeres compartieron con nosotros sus inquietudes, sus problemas, sus ganas de salir adelante y su agradecimiento.
Compartimos momentos con Sister Aziza, Rulla, Didy, Joseph, Sor Marta, Izzat…; algunas de las personas que acompañan y ayudan a las beneficiarias en la ejecución de los proyectos, poniendo todo el corazón en la realización y gestión de las actividades que les permiten tener una vida digna.
Este viaje refuerza nuestro espíritu y nos motiva para continuar nuestra labor en Manos Unidas. Hemos comprobado que lo que nació hace sesenta años es hoy una ventana que se abre donde todas las puertas se cierran.
Texto de José Antonio Rebato. Delegación de Ciudad Real.
Bolivia » Trozos de vida
Cuando nos reunimos en el aeropuerto de Barajas para volar a Bolivia estábamos un poco nerviosos no solo por el viaje en sí y los proyectos que íbamos a conocer, sino también por cómo íbamos transmitir esa realidad a nuestro regreso. Sin embargo, tras la experiencia vivida, todo va a ser fácil.
Fácil hablar de los socios locales que nos han acogido con toda la amabilidad y con los brazos abiertos. En ellos hemos visto la implicación absoluta en todo lo que hacen y su total compromiso para que los proyectos salgan adelante.
Fácil hablar de los beneficiarios de los proyectos, esas gentes que nos han dado todo lo que tienen, y no hablamos de lo material, que también, sino sobre todo de su generosidad, de su agradecimiento, de su trabajo ímprobo para salir adelante, de sus muchas penurias, carencias y frustraciones, pero también de sus ilusiones por seguir, por mejorar, por vivir.
Será todo más fácil de lo que al principio del viaje pensábamos. Será fácil hablar de los buenos socios locales que tenemos, de los arduos trabajos de los hombres y mujeres del campo boliviano, de las mujeres que sufren la violencia de los hombres, de los hombres que maltratan a las mujeres.
Siempre es fácil hablar de la ingente labor de Manos Unidas, de su presencia en Bolivia, de todos los esfuerzos que se dedican a mejorar su calidad de vida. Nos resultará más fácil hablar porque de todos, hombres y mujeres, del campo y de la ciudad, trabajadores y trabajadoras, socios y beneficiarios, de todos nos hemos traído muchos trozos de vida y, lo mismo que ellos hicieron, también nosotros los queremos compartir.
Texto de Enric Sopena, Joan Quintana, Lucía Buzón, Belén Rebollo y Jesús Revenga.
Estos textos fueron publicados en la Revista de Manos Unidas nº 211 (febrero-mayo 2020).