El 14 de noviembre de 2016, en la segunda sesión del ciclo de conferencias "Los Lunes de los derechos humanos" tuvimos la suerte de poder escuchar en Rubén Sánchez, psicólogo, agente de igualdad y formador en materia de violencia machista, y a Nadia Ghulam, educadora social y coautora de los libros El secreto de mi turbante y La primera estrella del anochecer, que hablaron sobre la violencia contra las mujeres en el mundo, aquí y en Afganistán.
Precisamente, sobre la situación de las mujeres en Afganistán, hemos podido hablar con Nadia. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, compartimos su testimonio.
Tu experiencia personal plasmada en El secreto de mi turbante hizo que mucha gente de Cataluña y del Estado español girara los ojos hacia Afganistán y, en concreto, hacia la situación de las mujeres en tu país. Ahora, en La primera estrella del anochecer que has escrito con Javier Diéguez, pones el foco en las mujeres de tu familia allá y en su lucha. ¿Qué destacarías de ambos libros y qué te motivó a dar tu testimonio en los ambos casos?
La idea de escribir un libro y publicar mi historia y la historia de otras mujeres que estaban a mi alrededor en Afganistán surge al querer visibilizar la situación que las mujeres están viviendo día a día allí. Cuando yo llegué de a Cataluña vi que había mucha ignorancia hacia la situación de las mujeres en mi país. Una parte de lo publicado en los medios de comunicación era verdad, pero la lucha de estas mujeres, cómo están saliendo adelante, qué están haciendo y qué había hecho yo para poder salir adelante, todo esto, no estaba llegando a la sociedad. A resultas de vivir en una situación de guerra, la población de Afganistán construye su vida sorteando las dificultades y muchas de estas personas, sobre todo mujeres, no tiran la toalla, no dejan de luchar. Esto es lo que yo destaco en mis libros, para que se vean las desgracias que están pasando en mi país, sí, pero por otro lado, para mostrar la lucha de estas mujeres fuertes y valientes.
La imagen que llega a Europa de Afganistán respecto a las mujeres a menudo es una mirada simplista y cargada de prejuicios: burka, sumisión, matrimonio precoz, violencia física y psicológica… ¿Qué hay de real?
Muchas de las imágenes que llegan a Europa de las mujeres de la Afganistán fomentan prejuicios hacia el Islam, hacia la religión. No se habla nunca de las mujeres que representan la otra cara de la moneda: las mujeres que están en el Parlamento, en las organizaciones… Hay mujeres que están levantando la voz para ayudarse entre ellas, no para hacerla llegar a Europa o en el mundo occidental. Entre ellas están organizándose, están trabajando, y esto no parece que llegue aquí. Siempre llegan los aspectos negativos, pero en Afganistán las mujeres representan muchas más cosas.
¿Se están dando los pasos necesarios para que esta situación mejore? ¿Hay signos de cambio y de esperanza? ¿Qué crees que tiene que cambiar?
La sociedad afgana se encuentra en un proceso de cambio muy importante, pero el fundamentalismo, en una sociedad donde muchas personas son analfabetas, todavía tiene mucho peso. La idea generalizada es que los hombres tienen que salir, combatir, trabajar, mientras que las mujeres tienen que quedarse en casa. Una sociedad no puede salir adelante si no se incluye a la mitad de su población. Falta mucho conocimiento para poder avanzar en la defensa de los derechos y conseguir igualdad y libertad.
La esperanza es el pilar de mi vida. A pesar de todas las personas que mueren en Afganistán, hay que destacar que cada vez hay más ganas de conocimiento, de estudiar, de aprender, de abrir el conocimiento en las mujeres. Quizás tardaremos mucho tiempo en que este conocimiento se ponga en práctica, pero yo sé que la paz llegará a mi país. Hoy por hoy la gente reza por la paz, pero mucha de esta gente ha nacido y morirá en un estado en guerra. Una vez se llegue a saborear la paz, la población actual de Afganistán sabrá exactamente por qué luchar y trabajar.
Como educadora social y después de tu experiencia viviendo en España, ¿qué rasgos comunes y diferenciales observas entre la violencia vivida por las mujeres en Afganistán o aquí?
Todo lo que he aprendido aquí en España, de mis estudios y de mi entorno, me hace ver que todo es muy diferente de lo que pasa en mi país. Allí la violencia se ha convertido en algo habitual y si un hombre maltrata a su mujer, esto se ve como una cosa normal, cotidiana. Hay una carencia de conciencia muy grande y las mujeres no conocen sus derechos, ni su propio cuerpo, ni el porque de sus propios sentimientos…