Las mujeres ocupan mayoritariamente empleos precarios en el sector informal con bajos ingresos y pocos derechos (ONU). En la Amazonia boliviana, Reserva Nacional de Vida Silvestre ManuripiHeath, se desarrolla desde el año 2011 un programa de producción sostenible en cinco comunidades que cuenta con el apoyo de Manos Unidas.
Las comunidades de la región se conformaron originalmente cuando el sistema esclavista de extracción de la goma y otros recursos naturales llegó a su fin. Hoy en día, la población, compuesta por oriundos del lugar y emigrantes andinos, se dedica de cuatro a cinco meses al año a la recolección y venta de la castaña como forma exclusiva de subsistencia.
Esta dependencia económica provoca el abandono temporal de las parcelas familiares por parte de los hombres, dejando a sus mujeres a cargo de la familia. Se trata, pues, de condiciones de alta vulnerabilidad, no sólo en el campo de la economía en general sino, ante todo, en la obtención de alimentos.
Ante la prolongada ausencia de los esposos en las parcelas familiares, la responsabilidad de alimentar a la familia recae en las mujeres. Son ellas las que tendrán que resolver la subsistencia de sus hijos en condiciones de notoria disminución de la capacidad familiar para la obtención de alimentos, con la desnutrición consiguiente que eso conlleva para esos niños y mujeres. Esta desprotección se ve agravada por el obligado aumento de trabajo de este sector tan vulnerable.
Representa un verdadero desafío, tanto para las mujeres como para CESA (socio local) encontrar maneras sostenibles de producción de alimentos en un territorio de alta vulnerabilidad campesina. En este contexto, el año 2012 CESA enfatizó el trabajo específico con las mujeres, fortaleciendo las iniciativas de producción de huertas familiares, junto con la crianza de animales menores, para que se provean de alimentos básicos y suficientes que aseguren una nutrición adecuada para la familia. El enfoque de este trabajo, además, pretende atender a la población más vulnerable, ya que generalmente son las niñas y las mujeres que reciben menor cantidad en relación con los hombres y los niños.
Asimismo, se incide en lograr una menor carga de trabajo de mujeres y niños, que aumenta durante el periodo de migración temporal de los hombres. La experiencia se está desarrollando inicialmente con 40 mujeres de estas comunidades, las cuales han emprendido por primera vez formas de producción agroecológica encaminadas al mejoramiento de los suelos amazónicos, que son precarios para la agricultura.
De esta manera, se busca que las huertas familiares se vuelvan sostenibles en el tiempo, y así conseguir aumentar el rendimiento y la diversificación de los productos agrícolas, garantizando la nutrición estable de las familias y el incremento de su calidad de vida. Además, a través del diálogo entre mujeres, del intercambio de experiencias, la valoración de los alimentos y de los procesos alimentarios, se crearán espacios para fortalecer la relación entre madres e hijos, a fin de superar la desigualdad en el acceso a la suficiencia alimentaria de este sector.
Testimonio de Mercedez Huallpa Gabriel, minera viuda de 19 años que participa en los cursos de tejido de prendas de CISEP y vende ropa en el mercado de Oruro, y así obtiene unos ingresos complementarios para ella y su hija:
"Antes yo era callada y no sabía cómo hablar, pero he aprendido en la escuela de mujeres líderes y eso me ha ayudado. Ahora puedo entrar a curiosear y hablar... los compañeros me dicen: ¡Ya eres 'capa' Mercedez! y mi hermana: ¡Has despertada! ahora sé que tengo derechos y quiero seguir aprendiendo".
Manos Unidas trabaja junto con el Centro de Investigación y Servicios Populares (CISEP) en Oruro, Bolivia. Ante el empeoramiento de las condiciones laborales y la caída del precio de los minerales, allí se está desarrollando un proyecto que ofrece a las mujeres mineras actividades productivas alternativas.