El hambre es uno de los problemas más graves de nuestro planeta y que más muertes injustas produce. ¿Es posible solucionar esta situación y facilitar el derecho a la vida a las personas más pobres del mundo? Buenas noticias: lo es.
Aunque también la sufren los países del Norte en lo que denominamos 'cuarto mundo'-actualmente y por culpa de la crisis esta bolsa de población está creciendo notablemente-, donde más afecta la escasez de alimentos es en el Sur, en las regiones afectadas por el neocolonialismo económico, que son brutalmente saqueadas por las potencias y las empresas transnacionales.
Mientras en el mundo desarrollado tenemos, mayoritariamente, abundancia de alimentos y vivimos llenos de lujos y productos que muy a menudo no necesitamos, en el Sur miles de personas mueren cada día por no poder comprar ni siquiera los alimentos más básicos. La situación no es nueva y es precisamente esto lo más preocupante. Que seamos capaces de permitirla y mantenerla en el tiempo, sabiendo el drama humano que supone para miles de familias.
¿Es posible solucionar esta grave situación y facilitar el derecho a la vida a las personas más pobres del planeta? Lo es. Y los gobiernos del Norte, prinicpalmente, tienen la llave. Actualmente en el mundo vivimos 7.000 millones de personas. Y según un estudio reciente realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, nuestra capacidad productiva global podría llegar a alimentar a 12.000 millones de personas.
Por lo tanto, sólo haría falta una buena gestión -se entiende ética y alejada de las ansias de beneficios de las multinacionales actuales- de las materias primas para poder convertir el nuestro en un mundo más justo. Existen alternativas, otro modelo es posible. Y no sólo posible, sino urgente.
Si bien es cierto que los gobiernos más poderosos del planeta se reúnen periódicamente para tratar el problema alimentario y para buscar soluciones, también lo es que realmente no ponen todos los recursos disponibles para llegar a su erradicación. ¿Por qué? Pues porque quieren mantener un sistema que no altere el orden actual y que siga beneficiando a unos pocos por encima del resto.
Muy a menudo, en el Norte los ciudadanos vivimos dando la espalda a esta situación. No pensamos o no queremos pensar porque en el fondo sabemos que deberíamos hacer algo. Quizá, si conociéramos más a fondo la realidad, la gravedad de la situación y el carácter inhumano y antiético de muchas empresas y especuladores que favorecen la prolongación del hambre en el mundo, adquiriríamos una mayor conciencia social.
El objetivo de este observatorio sobre las causas del hambre en el mundo será precisamente éste, adentrarnos en el entramado oscuro de las relaciones comerciales internacionales e intentar detectar las causas que provocan y mantienen la crisis alimentaria en los países menos industrializados.
Víctor de Paz Mena