Muchas de las grandes empresas multinacionales y transnacionales acumulan un poder enorme. Es por ello que también se deben considerar responsables del mantenimiento de la situación de pobreza existente en el tercer mundo.
Las grandes corporaciones están sometidas a poco control, y hacen y deshacen, en la mayoría de ocasiones, sin tener en cuenta criterios humanitarios ni éticos. Uno de los ejemplos más flagrantes de comportamiento inhumano de una gran corporación lo cita Arcadi Oliveres, expresidente de Justicia y Paz, en su obra «Contra el hambre y la guerra».
En este ejemplo, tan revelador, Oliveres hace referencia a la empresa petrolera Shell, y relata cómo ésta se instaló en la costa de Níger para explotar el petróleo de la zona, provocando una enorme contaminación de los ríos del territorio (las normas medioambientales, en los países pobres, son escasas, lo que es aprovechado por las grandes corporaciones multinacionales).
Los habitantes de la zona, muchos de los cuales vivían de la pesca en estos ríos, vieron peligrar su fuente de ingresos básica y comenzaron una serie de movilizaciones para reclamar a su gobierno que detuviera las extracciones petroleras o que al menos se controlara la contaminación de los ríos. Oliveres relata que, ante esta situación, el gobierno decidió ponerse al lado de la empresa y condenó a muerte al jefe de las protestas de los pescadores de Níger.
Otras empresas como Goldman Sachs o Monsanto también son responsables del expolio continuado a los países pobres.
Víctor de Paz Mena