La pobreza en la infancia

Los niños son particularmente vulnerables a la condición de pobreza

Los ninõs son más inermes a la condición de pobreza debido a su dependencia física, emocional, económica y social. La vivencia de la pobreza en la infancia perjudica la formación física y mental de los niños, convirtiéndolos en adultos que perpetúan el ciclo de la  pobreza. La inversión en el desarrollo de sus capacidades básicas es esencial para la erradicación la pobreza mundial.

La pobreza afecta a las personas de manera distinta según el grupo de edad, género, pertenencia étnica, religiosa o ubicación. Los niños, en particular, son uno de los grupos más vulnerables a la condición de pobreza debido a su dependencia física, emocional, económica y social, así como también a la falta de autonomía de las familias y de las instituciones.

Aunque desde el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio se han logrado avances en la reducción de la pobreza infantil en términos absolutos, la desigualdad de oportunidades dentro de los países hizo que los niños de las familias más pobres doblaran su probabilidad de morir antes de cumplir los cinco años de vida. Además, la mortalidad en la infancia todavía afecta a casi 6 millones de niños, y entre ellos, uno de cada cinco muere de malnutrición. En los países más ricos, los niños fueron los que más padecieron de los efectos de la crisis económica. Entre los 41 países ricos analizados por UNICEF, la pobreza infantil había aumentado en 23 de ellos desde 2008. En éstos, 6.6 millones de niños entraron en el rango de la pobreza, mientras solo 4 millones lograron salir.

De igual modo, los niños que viven en hogares en situación de vulnerabilidad -tales como situación de desempleo, inmigrantes, familias numerosas o monoparentales-  colman las estadísticas de pobreza severa. En España, si ninguno de los progenitores trabaja, el riesgo de la pobreza en la infancia es del 60,7%, proporción que pasa por el 48,7% en hogares monoparentales.

La vivencia de la pobreza en la infancia en sus múltiples dimensiones - malnutrición, dificultades de acceso a educación, enfermedades relacionadas a  la no existencia de servicios públicos de salud o a falta de saneamiento básico, etc.- perjudica la formación física y mental de los niños, convirtiéndolos en adultos que perpetúan el ciclo de la  pobreza.  

Niños sin instrucción se convierten en padres incapaces de alimentar óptimamente a sus hijos o apoyarlos en el proceso de aprendizaje  y así la pobreza se prolonga entre las generaciones.

Por consiguiente, la primera infancia es el momento más oportuno para romper con el ciclo de la pobreza. Para que sea reducida efectivamente, es necesario ampliar las capacidades de los niños, a través de la ampliación del acceso a servicios sociales básicos y de buena calidad. En casos donde los servicios sociales ya están consolidados, como en algunos países de Europa, la política recomendada es la de transferencia universal a hogares con niños, donde al menos se desarrollen sus capacidades básicas y les garanticen condiciones para una vida digna. De no ser así, la pobreza mundial no será erradicada.

Nicole Caus

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