El día empieza pronto hoy, o casi mejor dicho la noche, pues salimos de madrugada de la ciudad de Manaus —a la que volveremos esta noche— para ir hasta Boa Vista, capital del estado más pequeño del país, Roraima, que limita con Guyana y Venezuela.
A la migración interna de las últimas décadas, se le suma la que ha recibido en los últimos años. La proximidad con Venezuela ha convertido esta ciudad en la puerta de entrada para los miles de personas que huyen de la crisis humanitaria que sufre el país vecino. Se calcula que más de 40.000 venezolanos se encuentran en la ciudad, aunque solo 6.500 están acogidos en albergues de ACNUR. El resto malviven en la ciudad, en condiciones precarias y apenas tienen acceso a servicios como la educación y la salud.
Este enclave es conocido como el «Escudo de Guyana» y se caracteriza por su diversidad étnica y cultural.
Para conocer más sobre esta realidad, visitamos un proyecto que estamos llevando a cabo para apoyar a personas en situación de vulnerabilidad y migración para formarlos con cursos. Nos recibe Suzana Pereira, coordinadora de Fe y Alegría, nuestro socio local que a su vez colabora con la Diócesis de Roraima y otras entidades de la iglesia.
Con esta iniciativa, estamos formando a cerca de un centenar de personas para que elaboren planes de negocio y apoyamos financieramente y damos asistencia técnica a dichos emprendimientos, dando nuevas oportunidades a personas como Yomaira, costurera. Con testimonios como el suyo ponemos rostro a quiénes están detrás de las cifras.