Llamamiento para poner fin al largo conflicto en el Tigray.
El cuatro de noviembre de 2020 estalló la guerra en la región etíope del Tigray. Desde entonces, la pobalción vive sometida a un asedio y a un bloqueo informativo -declarado por el Gobierno Federal etíope- que está causando graves perjuicios a millones de personas víctimas del hambre, la falta de asistencia sanitaria, la violencia y la falta de recursos. Desde la Eparquía de Adigrat, una de las ciudades más importantes del Tigray, que resultó gravemente afectada por la guerra, recibimos un escrito del Abune Tesfasselasie Medhin. El obispo católico da cuenta de las numerosas dificultades a las que el asedio está sometiendo a la población y advierte de una tragedia aún mayor si no se toman medidas.
Queridos hermanos y hermanas en nuestro Padre común, ¡¡¡la paz sea con vosotros!!!
El inicio a principios de noviembre de 2020 -hace casi 650 días- de la guerra declarada por la unión de fuerzas federales y extranjeras contra el Tigray –la región norte de Etiopía, fronteriza con Eritrea- ha provocado la devastación de vidas humanas, de todo el sistema económico y de las infraestructuras, además de una grave crisis humanitaria y un desplazamiento generalizado en la región.
Se estima que 7,4 millones de personas viven en una grave situación humanitaria, debido a que el Tigray se encuentra sometido a un asedio total, que le priva del derecho al acceso a todos los servicios básicos y a la ayuda humanitaria.
Aunque en los últimos meses está entrando algo de ayuda, esta es insuficiente para las necesidades existentes. Todos los servicios como el transporte terrestre y aéreo, las telecomunicaciones, la banca, etc., siguen bloqueados y los bienes y servicios básicos no están disponibles en el mercado o tienen un precio extremadamente alto, que los hace inasequibles para la población. Además, la falta de combustible y de dinero en efectivo asociada a las sanciones impuestas por el Gobierno Federal han impedido que la ayuda humanitaria llegue a las personas afectadas por la guerra que viven en diferentes distritos rurales y urbanos de Tigray.
Las casas de formación de la Iglesia católica, así como las instituciones que prestan ayudas, no han podido ofrecer los servicios adecuados a los fieles y a la población en general. Es extremadamente difícil, si no imposible, prestar los servicios pastorales, educativos, sanitarios, humanitarios, de adaptación y mitigación del cambio climático, etc., previstos en los programas de desarrollo social.
El asedio y los bloqueos que están llevando a cabo el gobierno y las fuerzas de ocupación nos han aislado completamente de nuestros pastores y comunidades, del resto del mundo y de las redes católicas internacionales. Como resultado, 5,2 millones de personas de Tigray están sufriendo el peor asedio llevado a cabo por el hombre y que afecta al total de la población de la región. El pueblo padece de desnutrición severa, inanición y una situación similar a la hambruna.
Según la última evaluación de la Oficina de Educación de Tigray, se estima que 1,7 millones de estudiantes han sido privados del acceso a la educación durante casi tres años, que abarcan la COVID-19 y los dos años de guerra. Más de 2 millones de personas viven en centros de desplazados internos en diferentes ciudades, pueblos y zonas rurales de Tigray. De ellos, más de 100.000 en Adigrat. Estas personas carecen de alimentos, refugio, agua, medicinas y otras necesidades básicas y esto lleva a la desesperación, la enfermedad y la muerte.
Junto con la población sufre también mi clero: religiosos, religiosas y laicos de la diócesis. Yo mismo estoy viviendo personalmente el sufrimiento de esta guerra, el asedio y el bloqueo, y no puedo dejar de alzar mi voz ante esta realidad diaria tan angustiosa y desgarradora, que me hace anhelar la paz de nuestro Dios Amoroso -nuestra máxima confianza y esperanza-, ante quien me arrodillo diariamente para adorar y rezar, y que dio su vida "para que la humanidad tenga vida y la tenga en abundancia" (Jn.10:10).
Si esta horrible situación no se resuelve en el menor tiempo posible, seguiremos siendo testigos del horror, de una crisis humanitaria mucho más grave y de la pérdida de vidas en Tigray.
Por lo tanto, como parte del cuerpo mayor de la Iglesia Católica Universal y basándose en sus valores y principios evangélicos de justicia social, la Diócesis Católica (Eparquía) de Adigrat hace un nuevo llamamiento al gobierno federal, a todos los gobiernos que lo apoyan desde el exterior, a los organismos no gubernamentales nacionales e internacionales, así como a las empresas que están o podrían estar contribuyendo de cualquier manera a la prolongación de esta guerra, asedio y bloqueo,
Estamos muy agradecidos a nuestros socios locales e internacionales que nos apoyan, y a todos los que trabajan para poner fin a esta angustiosa crisis humanitaria, tanto en Tigray como en el resto del país.
Que sean siempre bendecidos con el Amor y la Paz de Dios,
Carta del Abune Tesfasselasie Medhin, obispo de la Eparquía de Adigrat