Las sequías e inundaciones han acrecentado el hambre en África.
Malaui, Mozambique, Zambia, Zimbabue y Namibia son algunos de los países donde las sequías recurrentes y las inundaciones, derivadas en gran medida por el fenómeno de El Niño, han provocado la peor crisis de hambre en África en décadas. El Programa Mundial de Alimentos, que recientemente ha tenido que cerrar sus oficinas en el Sur de Africa por falta de fondos, advierte que 27 millones de personas de la región sufren ya inseguridad alimentaria.
Según la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (CDAA) «aunque las condiciones de El Niño podrían haber terminado, sus graves efectos persisten». Esto ha traído consigo graves perjuicios para los pequeños agricultores, que se encargan de la producción de la mayoría de los alimentos, y que enfrenta dificultades para acceder a semillas y otros materiales.
«Se prevé que el hambre empeore al final de la temporada de escasez, entre marzo y abril de 2025, afectando a millones de familias en toda la región». Comunidad para el Desarrollo de África Austral (CDAA).
Una de las consecuencias más graves de estas carencias es la malnutrición, que afecta a 21 millones de niños y niñas, y que puede tener efectos nefastos para la vida de estos menores: desnutrición, falta de desarrollo físico y psicológico, enfermedades prevenibles o abandono escolar.
En Malaui, por ejemplo, la agricultura, que es la principal fuente económica del país, sufrió fuertes caídas en la producción debido a la climatología desfavorable durante el año 2024. Por ejemplo, la producción de maíz se redujo en un 22,7%, la de cacahuetes en un 40,7% y la de soja en un 35,60%. «Y, siendo el maíz el alimento básico de la dieta, esta caída en la producción condujo a un alza en los precios de los alimentos y empeoró la inflación que llegó a alcanzar el 32% interanual en 2024», explica el padre Manuel Hernández, misionero en el país.
En Malaui, donde cerca del 80 % de la población activa se dedica a la agricultura de subsistencia, las inversiones efectuadas por el gobierno en los últimos 7 años, han permitido un sustancial aumentado de la producción de alimentos. Sin embargo, los ciclones de los últimos años y la pertinaz sequía han provocado un aumento del hambre significativo. De hecho, el Banco Mundial señala que, anualmente, son más de un millón las personas que en Malaui no tienen lo suficiente para alimentarse durante todo el año.
Tampoco Mozambique se escapa de esta crisis. En su territorio cerca de 1,1 millones de personas sufren inseguridad alimentaria. El país se ve golpeado de manera recurrente por fenómenos naturales extremos que devastan infraestructuras y medios de vida y provocan el desplazamiento interno de millones de personas. Precisamente, el último de ellos ha tenido lugar hace tan solo unos días cuando el paso del ciclón Jude por el norte del país ha dejado un reguero de destrucción en una zona duramente castigada por la crisis climática y por los conflictos.
El padre Antonio Gasolina, socio local de Manos Unidas en la localidad de Netia, relata los estragos causados por la lluvia y los fuertes vientos que comenzaron el 9 de marzo y que se intensificaron al amanecer del día siguiente. «Cuando nuestra infraestructura empezó a volar, entramos en pánico».
«Ahí fue cuando empezamos a recibir a un mar de gente que había perdido sus casas y sus pertenencias, que venían a refugiarse en la iglesia parroquial. Y aunque nuestro tejado también se había derrumbado, la gente se agolpaba confiando en el apoyo de sus compañeros. Al día siguiente, hacia las 10 de la mañana, empezaron a dejar la iglesia en ruinas», continúa el relato del religioso mozambiqueño.
El padre Gasolina que las circunstancias no les permitan llegar a muchas personas damnificadas. «Estamos viviendo una situación que no habíamos visto nunca antes. Hay mucha gente a la intemperie, sin casa, sin comida, sin ropa... no podemos ayudarles. Hay tanta gente que es imposible llegar a todos».
Manos Unidas trabaja en la mayor parte de los países afectados por la crisis climática y el hambre en África Austral. «Nuestro trabajo en la zona está muy centrado en garantizar a las personas su derecho a la alimentación y a las herramientas que les permitan acceder a una vida digna», informa Beatriz Hernáez, coordinadora de proyectos de la ONG en Africa Austral.
EN MALAUI | Garantizamos el derecho a la alimentación de 20.000 niños
En un país donde el hambre es casi endémica, Manos Unidas contribuye a mejorar la seguridad alimentaria de casi 20.000 alumnos que acuden a escuelas de las localidades de Kasangadzi y Thavite, lo que permite que estos menores asistan a clase con regularidad.
«Para llevar a cabo esta tarea, es necesario contar con una fuente de agua segura y una cocina en cada escuela y Manos Unidas se ha sumado a esta tarea construyendo las 26 cocinas, adaptadas, cada una, a las necesidades de cada escuela», explica Hernáez.
Se trata de un proyecto de gran envergadura para el que es necesaria la participación de varios actores: la organización internacional escocesa Mary's Meals, con experiencia de más de 20 años en el país, que se encarga de suministrar los alimentos, y la Diócesis de Lilongwe –socio local de Manos Unidas- que, a través de la parroquia de Benga, será la encargada de la gestión.
EN MALAUI | Mejoramos la calidad de vida de 200 agricultores y sus familias con sistemas de riego
En el distrito de Ntchisi se encuentra la zona de riego de Pondani, que transcurre a lo largo del río Mbethwe. Allí los campesinos han creado una zona de riego de 4 hectáreas formada por canales manuales de tierra.
Con el fin mejorar la calidad de vida de 200 agricultores y sus familias, Manos Unidas está colaborando en el perfeccionamiento de este rudimentario sistema de riego. «Para ello hemos trabajado en la construcción de una presa y un sistema de canales permanente. Esto ha aumentado a 16 hectáreas la tierra para plantar durante las temporadas de riego (estación seca), lo que contribuye a mejorar la diversificación de la producción y a aumentar la cosecha», declara la coordinadora de proyectos de la ONG en Africa Austral.
Esta iniciativa está contribuyendo, además, a la conservación del medioambiente con la plantación de árboles autóctonos, que ayudan a combatir la erosión del suelo, la degradación de la tierra y la sedimentación de los ríos y el embalse. «También se han plantado árboles frutales que contribuyen a mejorar la ingesta de nutrientes de la población y permitirán la actividad generadora de ingresos».
EN ZIMBAUE | Aseguramos el acceso al agua en cuatro comunidades de agricultores
Uno de sus principales problemas a los que se enfrenta la población del distrito sur de Gokwe es la dificultad para acceder al agua ya que dependen de pozos perforados en los años 70, que se averían con frecuencia si no están ya inutilizados. Esta carencia afecta a la salud de la población, además de a la nutrición y a la higiene.
Manos Unidas ha acudido a la llamada de apoyo de nuestro socio local en la zona – Caritas Gokwe-, que proponen una intervención integral en 4 comunidades. Con la perforación de tres nuevos pozos y la rehabilitación de otros cinco averiados, se garantizará el acceso al agua, a la seguridad alimentaria y al saneamiento e higiene de una población que practica la agricultura de subsistencia para sobrevivir.
EN MOZAMBIQUE | Aumentamos la producción agrícola en dos aldeas campesinas
Las pequeñas explotaciones agrícolas de las aldeas de Nhantsembene y Nhampequene, localizadas en la periferia de la ciudad de Xai–Xai, dependen para subsistir de la presencia de lluvias suficientes y regulares. Si esto no ocurre, cosa cada vez más frecuente por el cambio climático, el hambre asola la región, agravando los problemas de desnutrición que padece gran parte de la población, especialmente la infantil.
Hace muchos años que los padres mercedarios, socio local de Manos Unidas, trabajan en la zona donde han puesto al servicio de la población un terreno de 120 hectáreas. En este momento, tienen 2 pozos funcionando, uno para las hectáreas destinadas al cultivo de regadío y otro para abastecer a los hogares. La tierra la trabajan unos 40 vecinos, que se quedan con parte de la producción para el consumo familiar, mientas que otra parte va al mercado local donde se vende a precio asequible. Lo obtenido se revierte en la plantación.
El principal problema es la falta de agua. Manos Unidas ha puesto en marcha un proyecto, que, entre otras actividades, ha electrificado los dos pozos para que funcionen las 24 horas del día. De esta manera se obtiene el caudal suficiente para cultivar 30 hectáreas de terreno y para regar las pequeñas huertas locales limítrofes.
La traída de luz supondrá, además, dotar de luz a 50 familias en una primera fase y progresivamente ir aumentando el número de beneficiarios.