Manos Unidas se une a la celebración de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (1 de septiembre) porque no podemos permanecer indiferentes ante las necesidades de tantas personas que sufren la pobreza energética y la escasez de agua.
El acceso a la energía y al agua potable -dos bienes fundamentales para el desarrollo de toda vida humana- constituyen derechos humanos fundamentales y pilares básicos del bien común. Estas palabras, recogidas en la encíclica Laudato si', son parte de la esencia de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que se celebra mañana, 1 de septiembre. Instituida por el papa Franscisco en 2015, pone el foco este año en el agua, como recurso indispensable, y en el derecho al acceso a ella como algo fundamental que condiciona el desarrollo de otros derechos humanos que también se ven cercenados en muchos lugares por la falta de igualdad en la disponibilidad de la energía para consumo y desarrollo de los pueblos.
Manos Unidas sabe bien que el agua, elemento indispensable para la vida, puede empeorar o hacer desaparecer ésta, tanto por su exceso (inundaciones, tsunamis, etc.) como por su escasez o deterioro (sequías, aguas contaminadas, etc.). Por eso, en los últimos cinco años, nuestra Organización ha aprobado 134 proyectos relacionados directamente con el acceso agua, principalmente en el continente africano, para apoyar a más de 600.000 personas.
Y lo mismo pasa con la energía, cada vez más crucial para el desarrollo. El poder obtener acceso a ella se convierte en el punto que marca la diferencia real en las vidas de hombres y mujeres que viven en la pobreza. Por eso, Manos Unidas promueve cada año varias iniciativas que facilitan el acceso, lo mejoran y permiten el suministro de energía a decenas de poblaciones en todo el planeta.
Por esta razón, como parte de la Iglesia Católica, nos unimos a la celebración de esta Jornada porque no podemos permanecer indiferentes ante las necesidades de tantas personas que sufren la pobreza energética y la escasez de agua, y para seguir recalcando lo mucho que queda por hacer y la responsabilidad que, como cristianos, y en definitiva, como seres humanos, tenemos en cambiarlo.