La Agencia Fides se hace eco de la situación desesperada en la región de Tigray.
Desde el comienzo de la guerra en noviembre de 2020, el Tigray -la región norteña de Etiopía, fronteriza con Eritrea- ha quedado aislada del resto del mundo.
La ayuda humanitaria ha sido escasa y las comunicaciones telefónicas y por Internet están cortadas. Por lo tanto, es difícil obtener información sobre lo que ocurre en la región. Lo cierto es que la ayuda humanitaria no puede llegar a la población, que está desprovista de todo, especialmente a los más necesitados, los enfermos, los ancianos, las mujeres y los niños.
“Por desgracia es todo cierto, vengan y véanlo ustedes mismos”, dice a la Agencia Fides un miembro de la Iglesia local del Tigray etíope, que por razones de seguridad pide el anonimato. La tragedia a la que se refiere es la que se está produciendo en todo Tigray desde hace casi dos años.
En el Tigray etíope hay escasez de todo lo que garantice un mínimo de subsistencia: alimentos, agua, medicamentos. El 90% de los hospitales han sido destruidos, las escuelas llevan dos años cerradas y en los bancos no hay dinero.
“Hay multitudes que se están muriendo literalmente de hambre: hay que abrir inmediatamente los corredores humanitarios para ayudar a los que están al límite”.
Los que están en el poder no quieren que la gente hable, que cuente las atrocidades que está sufriendo. Existe un clima de terror, alimentado en los últimos meses por los mortíferos ataques con drones. Nunca hemos visto nada parecido en el África subsahariana. Y en la comunidad internacional, nadie está tomando las iniciativas adecuadas para poner fin a todo esto. Todos los actores geopolíticos sólo miran lo que ocurre aquí desde la perspectiva de sus propios intereses estratégicos”.
Según la información recabado de Fides, la economía del país se ha resentido y no hay inversiones. Las fábricas, los lugares históricos, las casas, iglesias, misiones... todo está destruido. Y la comunidad internacional permanaece en silencio. "Sólo el Papa Francisco ha intervenido varias veces pidiendo a la gente que rece por Etiopía". "Pero ahora sí que hemos llegado a un punto en el que alguien tiene que decir basta". suplica el testigo consultado por Fides. No más muertes, no más hambre, no más cierre de corredores humanitarios. La falta de alimentos se ha convertido en el arma con la que hacer morir a la gente y no alimentarla. Generaciones de jóvenes han sido completamente destruidas. Estamos hablando de 6 o 7 millones de personas que sufren esta situación de violencia sin precedentes”, lamenta.
No tenemos noticias de nuestros seres queridos, de nuestros amigos. La gente se está muriendo, no tiene trabajo, no tiene nada que comer. Y cada día que pasa sin ayuda muere gente.
La trágica situación vivida en Etiopía se refleja en las preocupadas palabras de una fuente autorizada de la Iglesia: “Etiopía -dice a Fides-, se encuentra en una situación de enorme dificultad. Parece que todo nos empuja hacia el abismo. El terror crece; la desconfianza entre los grupos aumenta. Recemos al Señor para que ponga fin a esta espiral de violencia: entonces podremos encontrar el modo de curar las heridas: pero ahora es especialmente el momento de salvar las vidas de todos los inocentes expuestos al riesgo de morir en un país desgarrado; donde hasta hace poco todo parecía prometer un futuro mejor”.
En los últimos días, el Dr. Tedros Adhanom, Director General de la Organización Mundial de la Salud, ha declarado que el bloqueo que impide que los medicamentos y otros suministros vitales lleguen al Tigray etíope es “un insulto a nuestra humanidad”. La situación es desesperada.
"Yo vengo de esa región, donde siete millones de personas intentan sobrevivir sin alimentos, medicinas, electricidad y telecomunicaciones desde hace más de un año", asegura el Director General de la Organización Mundial de la Salud
La OMS está autorizada a enviar medicamentos y fármacos a otras regiones de Etiopía, pero no a Tigray desde el pasado mes de julio. Según los cooperantes, se necesitan más de cien camiones de ayuda diarios para socorrer a la población del Tigray.
Solamente en verano de 2021, unas 5.000 personas fallecieron por desnutrición y falta de cuidados en Tigray (Etiopía), entre ellas más de 350 niños pequeños, según un nuevo informe de Etiopia Insight.
El sistema sanitario de la región, destrozado por el conflicto bélico que azota al país africano desde noviembre de 2020, no da abasto para atender a todos los pacientes. Según el informe, «la falta de medicamentos y vacunas ha provocado la aparición de enfermedades que se pueden prevenir fácilmente, como el sarampión, mientras que la COVID-19 ha comenzado a propagarse».
«Las personas deben escuchar los gritos de la población afectada. ¿Por qué el mundo permanece tan tranquilo? ¿Por qué en este mundo de gran abundancia la gente se muere de hambre? La comida está ahí pero está bloqueada. ¿Por qué razón? Todo el mundo debe saber que Tigray está en estado de shock, los niños están muriendo y el mundo está parado mirando», exclaman desesperados algunos de los testigos directos entrevistados por la Agencia Fides.
El gobierno de Addis Abeba, que sigue bloqueando la ayuda para el Tigray, se justifica en el temor de que dichos convoyes pudieron ser capturados por los que ellos definen como "sus enemigos". Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores etíope afirma que trabaja con socios humanitarios «para transportar los medicamentos y la ayuda que tanto se necesitan».
«Hay que hacer un plan estratégico para ayudar a la sociedad traumatizada. Es necesario pero, al mismo tiempo, hay que intervenir inmediatamente para salvar vidas», concluyen los especialistas consultados por la Agencia Fides.
Según algunos expertos consultados, los traumas asociados a la actual guerra etíope pueden perdurar y afectar a dos o tres generaciones, debido a la dureza del conflicto bélico.