Día Internacional de la Solidaridad (31 agosto)

Una fuerza global para la justicia social.

Día Internacional de la Solidaridad- Laura Gutiérrez

La solidaridad es un principio básico de la convivencia humana. La ayuda mutua es clave para vencer injusticias y cerrar las heridas abierta por las desigualdades y la falta de oportunidades sociales.

En el año 2000, la ONU marcó el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, que busca crear conciencia sobre la importancia de ayudar al prójimo y que los gobiernos impulsen acciones para resolver las necesidades sociales. La fecha recuerda la fundación del movimiento polaco “Solidaridad”, en 1980. Su principal objetivo es fomentar el valor de la solidaridad en las relaciones entre personas, pueblos y naciones, como herramienta para cambiar el mundo.

La fuerza de la solidaridad

La solidaridad implica colaborar para ayudar a otros. Es uno de los valores humanos fundamentales y un deber ciudadano, que nace del sentimiento de compasión y empatía hacia las necesidades o sufrimientos de los otros. El diccionario la define como la “adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles”.

Ser solidarios significa aportar para satisfacer las necesidades básicas de las personas más débiles de la sociedad, de quienes se encuentran en situaciones desfavorecidas: Proporcionar alimentos y ropa para los pobres, ayudar a los niños y a las personas de la tercera edad… Desde la responsabilidad personal, no podemos eludir el deber de compartir nuestros bienes para lograr mejores condiciones de vida para los más pobres. Tenemos la posibilidad de colaborar con proyectos de seguridad alimentaria, nutrición y lucha contra el hambre, a través de alguna organización no gubernamental de desarrollo. Son acciones sencillas que ayudan y que todos podemos hacer.

Zimbabue- Fotografía Javier Mármol

El Día Internacional de la Solidaridad pretende concienciar de la importancia de ayudar al prójimo. Crédito de la fotografía Javier Mármol. 

Pero la solidaridad va más allá. Hoy asistimos a los enormes desafíos que plantean las diferencias abismales entre ricos y pobres, las migraciones, la catástrofe medioambiental, las guerras abiertas o latentes…

Ello requiere potenciar la solidaridad como valor fundamental en las relaciones entre las personas, las naciones y los pueblos. Ser solidario es usar lo menos posible el coche particular, o prescindir de esos “vuelos baratos” que son carísimos para el medio ambiente, o ahorrar agua, o comprar con racionalidad, o respetar a los diferentes (sexo, idioma, nacionalidad, color de piel o ideología).

“La solidaridad, afirmó Juan Pablo II, no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas… Es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, determinación que se funda en la firme convicción de que lo que frena el pleno desarrollo es el afán de ganancia y la sed de poder” (Sollicitudo Rei Socialis, 1987, N. 38)

Un proyecto solidario que transforma vidas

Senegal es un país joven, lleno de energía y sueños, pero también de desafíos. Allí, donde miles de jóvenes enfrentan cada día la pobreza y el desempleo, la solidaridad se materializa en un proyecto que apoyamos junto a nuestro socio local, Réseau des Organisations Paysannes et Pastorales du Sénégal que transforma las vidas de 200 jóvenes (100 hombres y 100 mujeres) de diferentes zonas rurales, las más castigadas por la falta de empleo, y potencia su espíritu empresarial para que no se vean forzados a migrar.

No se trata solo de enseñarles un oficio; sino de acompañarles en cada paso, desde la creación de la idea hasta la puesta en marcha de sus propias empresas. En todos los puntos del proceso están respaldados por asesores que les ayudan a desarrollar planes de negocio viables que cumplan con los requisitos legales y la financiación suficiente para que puedan hacer realidad sus sueños.

Desde Manos Unidas tratamos de erradicar el hambre y sus causas, y trabajamos para que cada proyecto que llevamos a cabo tenga un impacto duradero, asegurando que las transformaciones que logramos en la sociedad se mantengan a largo plazo.

Texto de Waldo Fernández, voluntario de Educación para el Desarrollo de Manos Unidas

También te puede interesar

Suscríbete a la newsletter

Informarse es el primer paso para actuar.

Suscríbete