Crece el número de niños y niñas víctimas de la trata
Con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas, Manos Unidas constata como ha aumentado el número de niños y niñas víctimas de trata. En esta línea, Naciones Unidas afirma que la proporción de menores entre las víctimas de la trata detectadas se ha triplicado en los últimos 15 años, mientras que la proporción de niños varones ha aumentado cinco veces. Las niñas son tratadas principalmente con fines de explotación sexual y los niños son utilizados para trabajos forzados.
Por otro lado, el organismo destaca que, a nivel mundial, una de cada tres víctimas detectadas es un niño. Pero esa cifra se incrementa considerablemente en algunas partes de África y en la zona de sudeste asiático, donde la cifra se eleva hasta casi el 100 % de las víctimas.
En estas regiones del mundo, Manos Unidas apoya proyectos de prevención de la trata de niños y de asistencia a estos pequeños afectados, de lo que se ha llegado a denominar la peor forma de esclavitud en el mundo contemporáneo.
La trata de personas es un fenómeno global, que está presente en todas las regiones del mundo. Se trata de un delito muy serio, que lleva asociadas graves violaciones de los derechos humanos y que, a pasar de estar prohibido y penado en la mayor parte de los países del mundo, sigue afectando a decenas de miles de personas cada año.
La trata de personas es la adquisición de personas por medios indebidos como la fuerza, el fraude o el engaño, con el fin de explotarlas. Las víctimas son explotadas en restaurantes, granjas, obras de construcción, burdeles, fábricas, mercados, minas y en los hogares. Esta explotación incluye la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual.
En Benín, uno de los países de origen y tránsito de niños víctimas de la trata para trabajos forzados y para prostitución, Manos Unidas colabora desde hace años con los Salesianos de Don Bosco en proyectos de búsqueda e identificación de menores en situación de riesgo. La mayoría de estos pequeños son captados por las mafias de traficantes en las zonas rurales del país y terminan siendo vendidos, explotados y maltratados en los mercados de las grandes ciudades como Cotonou, Parakou o Kandi.
El destino de estos niños y niñas traficados puede ser la prostitución u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o la servidumbre, explica Marta Goyeneche, responsable de proyectos de Manos Unidas en el país africano.
Benín es una de las antiguas rutas de la esclavitud y allí, a pesar de los esfuerzos del Gobierno para acabar con esta práctica, miles de niños caen cada año en las redes de las mafias. «A veces –asegura Marta Goyeneche- los venden impunemente. Por 30 euros, un niño o una niña pueden pasar a ser propiedad de sus explotadores».
A veces es el engaño y la promesa de una vida mejor para los niños lo que mueve a los padres de estos pequeños a desprenderse de ellos.
Este es el caso de los "vidomegon", que, fundamentalmente, son niñas entregadas o vendidas por sus padres a otras familias con el engaño de que van a recibir educación y que terminan trabajando en régimen de semi-esclavitud, en el servicio doméstico», aclara Goyeneche.
«Y, en otras ocasiones son la desesperación y la pobreza, los que empujan a las familias a prescindir de alguno de sus hijos y, en otras muchas, lo son el secuestro o el abuso de poder», continúa la responsable de proyectos de Manos Unidas en Benín.
Manos Unidas ha apoyado el trabajo de los salesianos y salesianas en Cotonou, Porto Novo, Kandi y la ciudad fronteriza de Malanville. Un trabajo que explica Marta Goyeneche: «Tras la búsqueda e identificación de los menores en riesgo, llega el proceso de acogida y seguimiento de los menores y su reinserción escolar, a través de escuelas aceleradas y profesional, por medio de talleres de formación profesional para que puedan desarrollar sus capacidades y transformar su presente y su futuro. Y, si es posible, se intenta, también, la reinserción familiar».
Manos Unidas trabaja también contra la trata en Camboya. En el país del sudeste asiático, la pobreza, que afecta especialmente a las comunidades del medio rural, incrementa los índices de migración a Tailandia, el abandono de las familias y la explotación de los hijos menores.
Uno de los proyectos de prevención y acompañamiento a niños víctimas de la trata y el tráfico de menores que apoya Manos Unidas se localiza en la ciudad fronteriza de Poipet.
«Poipet ha crecido exponencialmente en los últimos años, ya que ha recibido a camboyanos de otras partes del país que llegan buscando las oportunidades que ofrecen los pequeños negocios alrededor de los casinos de nueva construcción en la frontera tailandesa, pero la realidad es que las oportunidades para las personas sin formación son muy escasas y la mayor parte de los habitantes de la ciudad viven por debajo del umbral de la pobreza», explica Ana Luna, responsable de proyectos de Manos Unidas en el sudeste de Asia.
Poipet es un lugar extremadamente peligroso para los niños, que pueden ser víctimas de la trata de personas, la explotación sexual, la drogadicción, el contrabando y otras lacras sociales.
«La mayoría de estos menores no asiste a la escuela o no lo hace con regularidad –explica Ana Luna- por eso, el principal objetivo de, Damnok Toek, la ONG local con la que Manos Unidas colabora desde hace años, es, además de la prevención de abusos a la infancia, la rehabilitación de aquellos menores que han sido víctimas de ellos en cualquiera de sus manifestaciones y la reintegración en la sociedad, usando la formación como vía de inserción». De esta manera, los niños que han abandonado la escuela a edad temprana pueden recibir la educación no formal necesaria que les permita reintegrarse lo antes posible en la educación primaria reglada.