Día Mundial de la Justicia social, 20 de febrero de 2025.
Cada 20 de febrero, se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social. Desde Manos Unidas nos unimos a esta fecha que fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 para recordar la urgencia de construir sociedades más equitativas y solidarias donde la justicia social tendría que llegar a todos los rincones del mundo y convertirse en el centro de todas las políticas.
Desde hace 66 años, Manos Unidas trabaja para garantizar la igualdad de derechos y oportunidades a las sociedades más vulnerables para corregir las desigualdades estructurales que existen de manera que todos puedan tener acceso a los recursos y medios imprescindibles para tener una vida digna.
Recientes publicaciones revelan una realidad alarmante: el 1 % de la población mundial concentra más de la mitad de la riqueza global, mientras 733 millones de personas pasan hambre y más de 1.200 millones viven por debajo del umbral de la pobreza. Esta desigualdad desmedida hace imperativa la justicia social, un principio que no puede separarse de la defensa de los derechos humanos.
Manos Unidas, la ONG de la Iglesia católica, trabaja desde hace más de seis décadas con un enfoque claro: promover los derechos fundamentales como vía para alcanzar una justicia social real. Desde los derechos de la niñez hasta los de refugiados y migrantes que enfrentan situaciones dramáticas, la organización también acompaña a colectivos específicos, como activistas y defensores de derechos humanos. La protección del territorio y la lucha contra el acaparamiento de tierras ocupan un lugar prioritario en sus proyectos, donde las comunidades son las protagonistas en la defensa de sus recursos y su dignidad.
Este año, bajo el lema «Compartir es nuestra mayor riqueza», Manos Unidas quiere visibilizar cómo la prosperidad compartida es clave para reducir las enormes brechas que separan a ricos y pobres. La organización apela a la redistribución de la riqueza como medio para garantizar una vida digna para todos, con acceso a la educación, la asistencia sanitaria, la alimentación, la vivienda y el trabajo en condiciones dignas, todo ello en un entorno libre y seguro.
A lo largo de los años, Manos Unidas ha impulsado miles de proyectos que han transformado la vida de comunidades vulnerables, especialmente en zonas rurales. Estas iniciativas abarcan desde la construcción de infraestructuras y la capacitación profesional hasta la puesta en marcha de sistemas de regadío, el fomento del cooperativismo y los programas de repoblación forestal. En 2024, la ONG desarrolló 575 proyectos en 53 países de Asia, África y América, de los cuales más de 160 se centraron en promover los derechos humanos, la participación de la sociedad civil y la equidad de género.
Porque la justicia social no es solo un ideal, sino una meta alcanzable cuando los derechos humanos son respetados, protegidos y promovidos. Y en ese camino, Manos Unidas sigue siendo un referente, demostrando que compartir no solo es un acto de generosidad, sino la mayor riqueza para construir un mundo más justo e igualitario.
Vivimos en una realidad marcada por lo que el papa Francisco define como la "cultura del descarte", en la que millones de personas son tratadas como sobrantes: pobres, personas sin hogar, refugiados, poblaciones indígenas, drogodependientes, y hasta nuestro propio planeta sufren las consecuencias de un sistema que prioriza el beneficio sobre la dignidad humana.
“Si no existen políticas racionales y equitativas que garanticen tierra, techo y trabajo para todos, junto con salarios justos y derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y humano se extenderá, dejando a su paso violencia y desolación”, asegura Francisco.
Manos Unidas cree que es posible revertir esta tendencia y construir una "cultura del encuentro", basada en la fraternidad, la justicia y el cuidado del planeta, en la promoción de políticas de empleo digno, acceso a la educación y fomento de la protección social como vías para reducir la desigualdad.
Uno de los lugares donde la lucha por la justicia social es urgente es Uttar Pradesh, India, un estado donde la pobreza y la desigualdad son abrumadoras. Con una economía basada en la agricultura rural, el 54% de la población depende del campo para subsistir, pero la falta de educación perpetúa un círculo de pobreza difícil de romper.
Desde Manos Unidas, llevamos años trabajando en la zona, impulsando proyectos que devuelvan la dignidad a las personas más vulnerables. Para el Obispo emérito Thomas, Thurthimattam, socio local de nuestra organización en la diócesis de Gorakhpur,
“Es fundamental promover la educación y el desarrollo socioeconómico para que los más necesitados puedan ganarse la vida, especialmente las mujeres marginadas y las personas con discapacidad”.
Este es solo un ejemplo del impacto que la solidaridad y el compromiso pueden generar.