Resumen de la mesa redonda «Hambre, violencia y cambio climático: el caso de Haití».
Con motivo de los días internacionales de la Alimentación y de la Erradicación de la Pobreza, Manos Unidas organizó el 19 de octubre la mesa redonda «Hambre, violencia y cambio climático: el caso de Haití», en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid.
La mesa redonda contó con la participación de varios expertos con el fin de denunciar el aumento del hambre y la pobreza en el mundo y su relación con problemas acuciantes como los conflictos y el cambio climático, que amenazan la vida de cientos de millones de personas.
Asimismo, los ponentes analizaron el momento tan complejo que atraviesa Haití, como ejemplo de lo que ocurre simultáneamente en muchas regiones del planeta.
En su exposición, Fidel Podga, coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas, se refirió, con datos alarmantes, al aumento del hambre y la pobreza a nivel global y las causas estructurales de este incremento, que, en palabras de Podga, no parece ser casualidad.
Para el coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas el aumento del hambre y de la pobreza se debe, fundamentalmente, a un concurso de varios factores donde prima ante todo nuestra responsabilidad.
Entre estos factores están el modelo económico alejado del desarrollo humano integral de las personas, el cambio climático que se ceba con los más vulnerables, los conflictos, y la desigualdad socioeconómica que alimenta también la violencia social.
«La desigualdad se ha puesto de manifiesto en este tipo de pandemia cuando los más afortunados han visto crecer sus fortunas lo que provoca una fractura social que crea mucha tensión, como en el caso de Latinoamérica».
Accede al resumen de la intervencion de Fidele Podga
Por su parte, Juan de Amunátegui, coordinador del departamento de Proyectos de Manos Unidas en América, hizo un repaso por la historia de Haití y señaló los principales obstáculos para el desarrollo del país.
Haití es el perfecto ejemplo de un estado fallido que viene sufriendo en los últimos años una crisis profunda que surgió por unos niveles de corrupción elevados y que ha afectado a todos los ámbitos de la vida: al político, al económico y al social. Esa crisis también ha generado una situación de violencia extrema; las bandas criminales han ocupado un vacío del poder del Estado.
«Nuestros socios y amigos en el país han vivido en primera persona esa violencia en forma de secuestros, asesinatos y amenazas, como el asesinato de nuestra amiga, la hermana Isabel Solá, misionera española, y el más reciente ocurrido el fin de semana pasado con el secuestro de quince personas en una misión estadounidense», continuó Amunátegui.
Amunátegui reseñó, asimismo, la labor que Manos Unidas lleva realizando desde hace más de 40 años acompañando al pueblo haitiano. «Entre 2010 y 2020 hemos llevado a cabo 168 proyectos de desarrollo, con un importe de 12.700.000, en los sectores de agricultura, agua, protección del medio ambiente, salud y educación. Por supuesto, hemos estado presentes en las grandes tragedias, en el terremoto de 2010 con 46 proyectos por 4.120.000 € de inversión, en el huracán Matthew con cuatro proyectos por 331.000 € y también a lo largo de la pandemia con una aportación de 395.000 € en ocho proyectos», explicó.
Por su parte, Stevelson Edouard, director del área de Gestión Social de América Solidaria, intervino desde Haití y centró su participación en las consecuencias que los desastres naturales tienen sobre la población.
En Haití no existe una política efectiva de protección del medio ambiente a pesar de que en los últimos años el país ha sufrido varios desastres naturales.
La difícil situación de este país es, en su opinión, «consecuencia de la deforestación, la falta de planificación urbana, la importación masiva de plásticos sin sistema de recolección de residuos, además de la crisis sociopolítica antes y tras el asesinato del presidente, lo que suma a la situación de inseguridad provocada por las bandas armadas en las zonas más vulnerables del país».
Stevelson Edouard explicó algunas de las iniciativas «integrales y sostenibles» que están llevando a cabo para dar respuesta a las personas afectadas por el último terremoto que vivió el país en agosto. «Nuestra intervención tiene cuatro componentes: salud, educación, desarrollo económico y de infraestructuras, una labor para la que hemos contado con el apoyo de Manos Unidas».
Las necesidades y fortalezas del pueblo haitiano
También desde Haití, el padre Richard Frechette, fundador de Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), unos de los principales socios locales de la ONG de la Iglesia católica en el país, destacó cómo NPH se mantienen desde hace muchos años, «en una lucha positiva para mejorar las condiciones de las personas, para ofrecer dignidad, para hoy y para mañana»; un trabajo que llevan a cabo, explicó el religioso, «reforzando las estructuras de salud y educación en muchos pueblos».
Tras casi 40 años en el país, el fundador de NPH compartió su perspectiva sobre algunas de las necesidades y fortalezas del pueblo haitiano. «Las condiciones de vida en Haití son muy duras y muy tristes, pero se puede avanzar. El país no levanta cabeza, no solo porque falta comida o dinero, sino también porque carece de imaginación para concebir un país moderno y estable», lamentó el padre Rick. Sin embargo, el religioso se mostró optimista al señalar que se puede avanzar con la educación y, así, avanzar en los sueños.
Haití tiene que dejar de ser el país que mata los sueños.
La importancia de un entorno no violento para el desarrollo de los jóvenes haitianos es una de las prioridades que subrayó en su intervención Xavier Adsará, director de NPH España y presidente de NPH Europa. Adsará explicó que la forma de evitar que los jóvenes estén en las calles es a través de programas de desarrollo comunitario como el de Citty Soleil —uno de los barrios más peligrosos y violentos que existen en la capital de Haití, con problemas de falta de luz, electricidad, agua, saneamiento, etc.—, donde viven más de 50.000 personas concentradas en viviendas en condiciones de extrema pobreza.
«Con la financiación de Manos Unidas, pudimos construir un campo de deportes de fútbol y de basket donde hemos invitado a más de 300 jóvenes entre los 0 a 18 años para que practiquen deporte cada día cuando salen de la escuela. Todos esos jóvenes que vengan al programa de deportes van a tener su tiempo ocupado, no van a estar por las calles de Puerto Príncipe con todos los peligros que esto entraña: abusos sexuales, pertenencia a banda armada...», relató Adsará.
La mesa redonda estuvo dinamizada por Olga Regueira, consultora y cooperante con más de diez años de experiencia en Haití en el ámbito de cooperación al desarrollo y la educación que se encargó de moderar el debate.