Legado solidario: Ana María, una mujer excepcional

Ana María Carilla vivió para intentar hacer felices a los demás. Y quiso continuar con esa misión tras su muerte, el 11 de marzo de 2011, legando todos los ahorros de una intensa vida de trabajo a organizaciones como Manos Unidas. Su albacea ha querido contarnos la historia de esta mujer excepcional.   

Nació en San Julian de Bauzo, en la provincia de Huesca. Cuando tenía dos años quedó huérfana de padre y su madre, en plena Guerra Civil, tuvo que trabajar duro para poder alimentarla. Ana creció y vivió con muchas carencias, aunque pudo estudiar y formarse.

Años más tarde, quiso devolver a su madre todo lo que había hecho por ella y darle una vida mejor. Decidió irse a trabajar a París desde donde todos los meses le enviaba dinero. Además su preocupación por los más necesitados le llevó a trabajar por ellos sin pedir nada a cambio. Cada día, cuando terminaba su horario laboral, dedicaba su tiempo a  visitar enfermos y residencias de ancianos o a la parroquia. También ayudó a otros españoles que llegaban a Paris para trabajar y se encontraban solos. Ana dio cobijo en su casa a los que caían enfermos y los acompañaba a los médicos cuando el idioma era un impedimento para ellos. Y así durante 40 años.

Persona muy austera en su manera de vestir y de vivir, no se permitía caprichos. Era feliz así, guardando lo que ganaba para poder repartirlo con los más necesitados una vez de vuelta en España.  Le preocupaba  especialmente la gente que no tiene techo. Y admiraba la labor de Cáritas y de Manos Unidas por ser las organizaciones que atienden al mundo más desfavorecido.

Ana María murió en la residencia de Chinchillas (Huesca) el 11 de marzo de 2011. Y lo hizo feliz, tras haber donado todo lo que ahorró durante una vida de trabajo y entrega.  

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