Con el tema “We are the champions”, las voces de la coral Iter, ponían punto y final al acto de lanzamiento de la campaña ”Plántale cara al hambre: siembra”, que tuvo lugar el 11 de febrero en el Auditorio de la Mutua Madrileña. Los asistentes corearon el himno de homenaje a quienes no se cansan de luchar sin admitir la derrota.
Con el tema “We are the champions”, las voces de la coral Iter, ponían punto y final al acto de lanzamiento de la campaña ”Plántale cara al hambre: siembra”, que tuvo lugar el pasado 11 de febrero en el Auditorio de la Mutua Madrileña. Las casi 600 personas que abarrotaron el salón corearon el himno de homenaje a los campeones, a quienes no se cansan de luchar sin admitir la derrota. Porque nuestros socios, amigos y colaboradores no van a cejar en su empeño de vencer la batalla al hambre. Así lo afirmó el periodista Juanma Castaño, presentador de este acto, convencido de que entre todos podremos lograrlo.
La música de la coral Iter logró romper el silencio que se había adueñado de la sala durante la charla de Victoria Braquehais, misionera en la República Democrática del Congo (RDC) y del doctor Carlos Arriola, médico nutricionista en Guatemala, invitados por Manos Unidas para dar testimonio de la realidad del hambre en los países en los que desarrollan su labor y en los que el apoyo de Manos Unidas es fundamental para sembrar semilla de esperanza. La emoción, convertida en un silencio abrumador, fue patente a lo largo de las intervenciones de estos dos grandes luchadores contra el hambre.
“Conocer la realidad es el primer paso para cambiarla”, afirmó la religiosa mallorquina, que dio lo mejor de sí para que la audiencia supiera de las vicisitudes a las que han de enfrentarse cada día los habitantes de la localidad de Kanzenze, donde reside desde hace siete años. Una realidad que Victoria trata de cambiar con tesón y con trabajo. Una realidad que debe transformarse a la manera de los africanos, sin imponer las costumbres occidentales. Como hace Manos Unidas. Sumando esfuerzos para que las mujeres y niñas dejen de ser víctimas de la violencia en un país sumido en un conflicto permanente, como es la RDC. O para que una explotación minera abusiva y sin escrúpulos no termine con los sueños de futuro de miles de personas en un país donde paradójicamente las riquezas naturales se han convertido en la mayor de sus pobrezas.
Esfuerzos que se dedican también a lograr que el derecho a la alimentación se materialice en Guatemala. De esta manera, podrían evitarse dramas como el que compartió el doctor Arriola con los presentes: ¿qué puede llevar a una madre a tener que decidir entre conservar la vaca que da de comer a sus siete hijos o proporcionar atención médica a su hija enferma?. La respuesta podría resumirse en una sola palabra: la desesperación. En la región de Chiquimula, donde trabaja el médico guatemalteco, los proyectos que apoya Manos Unidas contribuyen a paliar las difíciles condiciones de vida derivadas de la situación agrícola, la sequía y las tierras áridas que dificultan la obtención de los alimentos.
Porque “el hambre es, literalmente, un crimen”, aseguró la presidenta de Manos Unidas, Soledad Suárez. “No busquemos excusas para colaborar en la lucha contra el hambre”, pidió a los presentes. Porque “el hambre es una vergüenza para la humanidad; es la declaración más grande de desprecio por el ser humano que puede darse”.
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