Trabajamos con los Maristas Azules para llevar esperanza a la población siria

Con un programa educativo, social y psicológico para niños y mujeres en Alepo. 

Campamento en Alepo. Foto: Maristas Azules/Manos Unidas en Siria.

La prolongada crisis económica en Siria, exacerbada por el bloqueo internacional, los efectos del Covid-19 y los desastres naturales, como el terremoto del año pasado, han llevado a una situación desesperada a la población. Con una inflación del 175%, el 80% de los sirios dependen de la ayuda internacional para sobrevivir y el 75% de los jóvenes no encuentran empleo.

La ciudad de Alepo fue la más castigada durante la guerra civil. Durante todos los años de guerra, los Maristas desarrollaron varios programas para aliviar la situación de las personas desplazadas. Programas que fueron desde la perforación de pozos hasta la distribución de alimentos y la provisión de asistencia médica.

En este contexto, donde más del 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, Manos Unidas colabora con los Maristas Azules (formada por una asociación de voluntarios) para la realización de un programa integral de apoyo educativo, psicológico y social dirigido a familias vulnerables en Alepo. Este programa, que se inició en 2021 y se reactiva este año, se erige como un faro de esperanza para más de 445 personas, ofreciendo un sustento vital a familias vulnerables en la región.

Campamentos de verano. Foto: Maristas Azules/Manos Unidas en Siria
El programa busca normalizar la vida de 120 niños musulmanes de 3 a 6 años. Foto: Maristas Azules/Manos Unidas en Siria.

Apoyo educativo y psicosocial para 120 niños

El programa busca normalizar la vida de 120 niños musulmanes de 3 a 6 años, que no van al colegio; principalmente, hijos de familias desplazadas por la guerra. Estos niños no tienen ninguna oportunidad de acceder a la educación en este período de edad al no existir la educación infantil en los colegios públicos, ya que ésta empieza a los 6-7 años y sus familias, muy pobres, tampoco pueden costearles ninguna forma de educación alternativa.

Estos niños, muchos de los cuales han vivido traumas indescriptibles, reciben apoyo educativo y psicosocial, al igual que sus progenitores, quienes recibirán formación específica afectivo-social y educativa durante todo el curso.

Así mismo, en este programa se trabajará directamente con 21 profesoras, educadoras y pedagogas quienes, además de dar clase y tener un salario, recibirán sesiones de capacitación en temas pedagógicos y mejorarán su empleabilidad.


Las mujeres y los niños son los que más han sufrido los efectos de la guerra y sus causas. Foto: Maristas Azules/Manos Unidas en Siria. 

“La situación de todas las profesoras es dramática. Cada uno tiene su historia de pérdida y tienen que luchar también por sobrevivir. Con esto hay que luchar también para mantener el espíritu de estas educadoras. La extrema pobreza en la que viven las familias lleva a la frustración y esta última a la violencia. Hay traumas tanto en niños como profesores y familiares”, asegura Miriam, coordinadora del programa.

Las mujeres en Alepo, junto con los niños, son los que más han sufrido los efectos de la guerra y sus causas. Muchas han perdido a sus maridos o hijos víctimas de la guerra o del exilio, y son cabezas de familia. Para ellas, también se llevará a cabo un programa de desarrollo, que va a beneficiar a 180 mujeres (50% de ellas musulmanas y el 50% cristianas) quienes recibirán 24 talleres de atención psicosocial y en los que se les enseñarán habilidades para poder mejorar su situación económica personal y la de sus familias.

También se ha abierto un espacio de encuentro y crecimiento para estas mujeres y cubrir sus necesidades psicosociales creando vínculos entre ellas a través de formaciones de cocina y "heartmade" (confección con ropa reciclada), entre otras.

Testimonios liberadores

Los testimonios de las mujeres participantes son conmovedores. En un curso de "música relajante", Leyla y Margot, colaboradoras activas desde antes de la guerra, facilitan un espacio donde las mujeres pueden compartir sus experiencias y encontrar consuelo en la solidaridad mutua. "Hablar de nuestros problemas y escuchar a otras mujeres con historias similares es liberador," dice una de las participantes.

Dentro de este programa integral se incluye: emergencia alimentaria para 853 familias, distribución de leche a 3.000 niños, distribución de comidas diarias a 250 ancianos, formación profesional para adultos y la creación de pequeños negocios.

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