El Sínodo escucha a las comunidades afectadas.
El pasado 10 de octubre la red Iglesia y Minería, Manos Unidas y CIDSE organizaron una conferencia, dentro de las actividades complementarias llevadas a cabo con motivo del Sínodo para la Amazonía, bajo el título: “Minería: mal común en la Amazonía”.
Este encuentro reunió a representantes de los pueblos indígenas, a obispos de la Amazonía y a representantes de la Red Iglesia y Minería, Manos Unidas y CIDSE para exponer la amenaza de la minería para la vida de los pueblos indígenas y para el futuro de la humanidad.
Del mismo modo, la contaminación de los ríos y del aire es un problema común a todos los países amazónicos y “si acabamos con el planeta, acabamos con nosotros mismos”, declaraba el Padre Alberto Franco de Colombia (Secretario Ejecutivo de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP). La minería además de ser un problema ambiental, rompe comunidades, provoca conflictos sociales y corrompe a los estados. Es una de las grandes amenazas que sufre la Amazonía y que la Iglesia católica está enfrentando de diferentes formas.
El Sínodo para la Amazonía está siendo un espacio para tomar mayor conciencia de esta problemática que afecta, de manera especial, a los pueblos originarios. Yesica Atiachi, la indígena del pueblo Karakbut, que habló al papa Francisco en nombre de los pueblos amazónicos en su visita a Puerto Maldonado (en enero de 2018), definió la minería durante el acto como “un cáncer que nunca acaba”, puesto que cuenta con el aval del Estado que hace la vista gorda a la falta de consulta previa.
Patiachi, que es auditoria sinodal, afirmó que “el sínodo para la Amazonía no sería tal sin la participación de los indígenas, que son los verdaderos guardianes del bosque” y que la Iglesia está siendo muy activa en el acompañamiento y defensa de las comunidades amenazadas por las actividades mineras.
Asimismo, se denunció el sufrimiento de muchos pequeños agricultores que viven en las orillas de los ríos, como consecuencia de la contaminación producida por la minería.
Al igual que CIDSE (organización católica de la que Manos Unidas forma parte), muchas otras organizaciones trabajan en la incidencia política y la sensibilización de la población para reflexionar sobre nuestro modelo de consumo, estilo de vida y recuperar la relación con la naturaleza. La Iglesia, cada vez más unida en redes, es la esperanza de estos pueblos y les acompaña en su resistencia que pasa mucho por la espiritualidad.